Pasear bajo la lluvia puede causar tanta alegría como el baile que se marcó Gene Kelly; por los frondosos caminos de bosque, el lance tiene algunas complicaciones, aunque en la mañana de ayer no faltó el humor. Fueron dos horas y media de paseo entre las dos errekas del Bosque -Pakea y Mando- y entre los dos grandes robledales: Erramunene y Errotatxo. Los guías, con oído atento al sonido de los pájaros, y las personas que les acompañaban en ruta, agolpadas tras de ellos. Pasaron los viejos y renovados puentes, bajaron y subieron caminos embarrados, recorrieron la cota 85, asfaltaba y más cómoda.
Tras abandonar el entorno de Katxola el paisaje se había oscurecido, se sucedían los aguaceros; los árboles y la vegetación intensificaban su color más verde y lujuriante.
El 26 de mayo de 2018, mermada por las inclemencias meteorológicas, la gente que acudía a Katxola para hacer ‘la visita guiada al Bosque’ arrancó a las 10:15 en punto
Fallaron los pronósticos; anunciaban una relativa tregua entre las 10:00 y las 14:00, pero fue precisamente entre esas horas cuando más ha llovido de las últimas 38. Desde las 13:00 de ayer ha dejado de llover. A esa hora, desde el teatro de Miramón, a ratos, se veía lucir el sol. Y allí estaba, como siempre, Miguel Gallastegi con su hijo, que, avisados del acontecimiento, se desplazaron al caserío, ante la sorpresa y alegría de todos.
La visita guiada, con Juanpe Sansinesea y José Luis Samso a la cabeza, venciendo chaparrones y aguaceros, terminó la ruta establecida
En los primeros tramos estuvimos acompañados por Marta Ibañez -que hubo de volverse por razones de trabajo-; Marta es directora del Centro Cultural de Aiete, colaborador con Olatu Talka y Lantxabe en esta inicitiva, a la que se apuntaron alrededor de 140 personas, 70 en las listas de Olatu Talka y otras tantas en las de la Asociación de Barrio. Más de 80 personas acudieron finalmente al caserío; procedían del contorno de Katxola, del barrio de Aiete y de Donostialdea
El persistente aguacero aconsejó que, en el regreso del paseo, al salir de la preciosa pasarela de acero galvanizado, el grupo se dividiera en dos, la mitad, con un Juanpe empapado, optó por la cota 85 que le devolvía al caserío; mientras la otra mitad, con un intrépido José Luis, efectuó todo el trayecto establecido.
Ambos colectivos fueron recibidos en el caserío Katxola por la divertida trikitixa de Maider Lasa y el grupo de la Escuela de Música ¡Qué magnífico conjunto!
La lluvia fue continua, las personas que siguieron la visita quedaron pasadas por agua, pocas aves se pudieron escuchar, escasos mamíferos se dejaron ver, pero Juanpe y José Luis nos fueron indicando sus refugios y casa nido. Y sus comentarios de la flora que habita el Bosque fueron muy jugosos.
Caminar mientra llueve no es fácil, hacerlo en un bosque exige tener cuidado; no hubo accidentes, ni percances, aun cuando algunos tramos, especialmente el que baja del robledal de Erramune, a la erreka Pakea, era muy complicado. Difícl fue también transitar por la pequeña cuesta que lleva al robledal de Errotatxo. Este bosque marcaba la última meta del viaje, a partir del cual se iniciaba el regreso
La lluvia deslució la visita pero no la estropeó, ni la impidió, la hizo más dura, fue un reto que se impuso la comitiva del que, una vez más, se salió airoso. ¡Bravo por las mujeres y los hombres que se atrevieron! (En la foto algunos paraguas secándose a la puerta del caserío)
Dentro, en la intendencia y compañía, como siempre, Paqui, Juancar, Mila, Jesús, Maixeta, Jaime….