Un bosque y un caserío abiertos de par en par


Donosti tiene un bosque bellísimo, con muchos árboles que alegraban la vista a las personas que se decidían a pasear por allí.
El espacio verde más extenso de Donosti, es el lugar ideal para perderse en cualquier época del año, y más en verano, cuando el calor invade la ciudad y los robledales despliegan una gama cromática inigualable. La belleza de una naturaleza virgen, un escenario insólito en plena urbe, cautiva y hechiza. Hoy nos acompañaban dos expertos guías, pero en otras ocasiones podemos dejarnos llevar por la magia que emana su riqueza natural y sus sorprendentes rincones y revueltas.
En ese bosque hay muchos animalitos, unos vuelan y otros corretean entre la hierba y las orillas de las errekas, estas se llaman Pakea y Mando y sus aguas van a parar al Urumea.
Las senderistas y sus compañeros hoy las han cruzado varias veces, desde distintos puentes. Y comprobaron que los conejos dejaban sus huellas, aunque no se dejaran ver. Sabemos que hay erizos y otros mamíferos, como lo murciélagos, que tienen preparados varios refugios para que puedan hacer sus camadas. Nos topamos con alguna ardilla
Los pájaros tampoco se dejaron ver, pero sí escuchar.
Todo es paz y tranquilidad en el Bosque de Miramon
Nos han dicho que en Donosti hacía mucho calor pero entre aquellos árboles el bochorno no se siente, al contrario se palpa frescor entre su sombra.
Muchos años este Bosque ha estado como abandonado. El ayuntamiento hacía escasas labores de mantenimiento. Hasta que la vecindad decidió pisar fuerte. Ha logrado que el lugar sea más conocido, más visitable; andar, marchar, correr, ‘pasar’ por él; atravesarlo, aprovechando la sencilla pasarela de acero galvanizado que hace más cómodo acercarse a Illumbe, recorrer sus diversos caminos y paseos -esta mañana se ha vistado la ‘Fuente de la Virgen’ y el colmado estanque- hasta llegar ‘volando’ a Katxola, asombrados por el recibimiento que nos ha dado la trikitixa y la gente del caserío.
Los habitantes del bosque han ido recuperando visibilidad. Les conocemos, sabemos que están ahí, nos esperan; les iremos a visitar en muchas ocasiones, como la de hoy, y estarán contentos de recibirnos aunque ellos sigan protegidos en sus pequeñas casa y refugios.
La gente estaba muy feliz y se fue radiante del caserío encantado

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