La ‘Red Álava’, el desconocido grupo de espionaje de mujeres vascas

Una exposición en la Casa de Cultura de Aiete recuerda a esta red que realizó labores de solidaridad con los presos y evitó ejecuciones en Euskadi
Del 04 Sep al 26 Sep 2018 / Lunes y festivos cerrado (domingos abierto)
En bilingüe
Cuatro mujeres (Bittori Etxeberria, Itziar Mugika, Tere Verdes y Delia Lauroba) nuclearon la organización solidaria Red Álava puesta en marcha a partir de 1936.
Luis Álava fue el delegado responsable de la organización. Caída la Red en el invierno de 1940-1941, sus integrantes fueron juzgados sumarísimamente y Luis Álava ejecutado el 6 de mayo de 1943.
Inauguración: 5 de septiembre, 18:00 horas.
Horario de la exposición:
Del 4 al 6 de septiembre: 10:00 – 14:00
Del 7 de septiembre en adelante:
De martes a viernes: 16:30 – 20:30
Sábados: 10:00 -14:00, 16:30 – 20:00
Domingos: 10:00-14:00
Cuatro mujeres vertebraron una gran red de espionaje en la resistencia al franquismo. Entre 1937 y 1940, Bittori Etxeberria, Itziar Mujika, Delia Lauroba y Tere Verdes encabezaron la ‘Red Álava’, una organización clandestina que realizó una importante labor de comunicación entre las cárceles y el Gobierno vasco en el exilio, al que también surtió semanalmente con información sobre el propio régimen de Franco e impidió detenciones, facilitó huidas y hasta evitó ejecuciones. Ahora la exposición
Red Álava: mujeres invisibles, solidaridad y espionaje. 1936-1947 recuerda en la Casa de Cultura su labor.
La red se puso en marcha en septiembre de 1937 tras la toma de Bizkaia por parte del bando sublevado y la rendición del ejército vasco en Santoña (Cantabria). Tres de las cuatro formaban parte del PNV o Emakume Abertzale Batza y contaban a su vez con familiares encarcelados. Mujika, dos hermanos, Verdes, otro, y Lauroba, a su marido, un capitán de gudaris del ejército vasco que acabaría fusilado.
La red, que comprendió a entre treinta y cincuenta personas, arrancó precisamente de la solidaridad hacia los presos, a los que llevaban comida, ropas y medicinas. Esa primera labor trascendió rápidamente a la información, que se pasaba en cestas de comida de doble fondo, en papeles dentro de las galletas o a través de personas que trabajaban en vigilancia de los centros o en los juzgados.
Los textos con la situación de los presos en las cárceles y los tipos de penas y procesos a los que se enfrentaban se enviaban al Gobierno vasco en el exilio, con sede en Bayona y París. El Ejecutivo de Aguirre, a su vez, pasaba mensajes a los reclusos a través de la red y trabajaba en gestiones para tratar de salvar a los condenados a muerte. Transmitía su apoyo constante a los encarcelados y también les explicaba la situación europea con el trasfondo de la Guerra Mundial.
El trabajo de la red fue más allá y paralizó ejecuciones falsificando documentación y cambiando expedientes de penas de muerte a través de gente que tenía dentro de las cárceles o de los juzgados, como el de Pamplona. También ayudó en las huidas a Francia, labor en la que los mugalaris, grandes conocedores de los pasos fronterizos entre Euskadi y Navarra y el país galo, desempeñaron un papel vital. No era fácil tampoco pasar la información semanalmente: en la frontera había destacamentos, requetés, franquistas y cuarteles en todos los lados.
La suerte de la Red Álava cambió con la fulgurante irrupción del ejército nazi en París, donde la Gestapo entró en la sede del Gobierno vasco y se hizo con documentación sobre la organización, que trasladó a España. Aunque los nombres eran supuestos, Franco contaba información suficiente y en diciembre de 1940 comenzaron las detenciones. Los arrestos siguieron el orden de nacimiento de la red: Bittori Etxeberria es la primera.
De los treinta detenidos, se acabó procesando a 21 personas en julio de ese año en Madrid. 19 de ellas fueron condenadas a muerte. Un recurso, sin embargo, prolongó el juicio hasta 1943, cuando sólo se mantuvo la pena a una persona, Luis Álava, al que se consideró cabeza de todos los delegados territoriales de la red, que ha acabado pasando a la historia con su apellido. A pesar de las gestiones para evitar su muerte, fue fusilado el 6 de mayo.
Las cuatro mujeres permanecieron hasta 1943 en la cárcel de las Ventas, y a Bittori, como parte de la pena, se le impidió además regresar a su tierra hasta 1947.

3 comentarios en “La ‘Red Álava’, el desconocido grupo de espionaje de mujeres vascas”

  1. Este momento es muy importante para esta exposición. Estamos ante la inminente retirada del Dictador de Cuelgamuros.Hasta el momento actual, a algunos no parecía importar que el sanguinario personaje, junto al otro jefe Fascista, permaneciera, con todos los honores, durante más de 40 años en ese siniestro lugar. No me olvido de los más de 30.000 muertos( verificados por organismos internacionales) que acompañan a esta extraña y sanguinaria pareja. Sabemos además, que una gran mayoría fueron trasladados sin autorización alguna de sus familiares.Pues bien, bienvenida sea esta exposición para que, una vez más, aporte pruebas de las actuaciones de aquel régimen execrable que durante muchos años( incluso en la posguerra) fusiló( dejando miles de muertos en las cunetas de los caminos ) y encarceló a muchos ciudadanos con la única excusa de haber defendido a la República. Sea pues bienvenida esta muestra, como un recuerdo y homenaje a unas personas valerosas y solidarias que ayudaron,con peligro para sus vidas, a ciudadanos en condiciones precarias . Que la próxima exposición sobre un tema parecido lo sea sin la vergüenza de Cuelgamuros.

  2. Ante las declaraciones del General Manuel Fernández-Monzón, quiero exponer lo siguiente.
    Cuando usted afirma que fueron todos condenados por tribunales de entonces, absolutamente legales, que eran consejos de guerra…, ¿tenemos que suponer que tiene documentación que pruebe lo que dice?
    Porque 82 años después de que desaparecieran de sus domicilios, tras pasar por los calabozos del ayuntamiento y por el cuartel de la guardia civil de Mondragón, de ser trasladados a la cárcel de Ondarreta, puestos a disposición del Gobernador Civil y del juez especial militar, y hacerles firmar su puesta en libertad, 28 personas de las que le paso nombres y apellidos fueron asesinadas en Hernani y Oiartzun. Como puede ver, en la lista hay varias mujeres y también tres sacerdotes.
    Venancio Gastañares Villar, Vicente Madina Irizar, Lorenzo Arambarri Goñi, Juan Bengoa Agiriano, Norberto Mondragón Herrasti, Pedro Agiriano Arana, Isidoro Iturbe Elkorobarrutia, Raimundo Galdos Azkarretazabal, Miguel Gaztañarez Villar, José Joaquín Arin Oiarzabal (párroco), José Markiegi Olazabal y Leonardo Guridi Arrazola (sacerdotes), Joseba Ceciaga Arizaga, Florencia Olazagoitia Ceciaga (embarazada de cinco meses), Maria Areitio Arana, Francisca Ojanguren Iribecampos, Vicente Irazola Urrutia, Dionisio Uribesalgo Otadui, Manuel Madinabeitia Zubizarreta, Agustín Aramburu Zabaleta, Gregorio Sampedro Azpiazu, Jose Antonio Urionabarrenetxea Isasmendi, Luis Balanzategi Zulueta, Marcelino Ugalde Landa, Sabin Etxabe Guruzeta, Faustino Garitano Askazibar, Félix Elorza Olalde, Paula Mugika Arregi.
    Nos gustaría pues, que nos pasase copias de las causas por las que fueron detenidas, y del proceso militar “legal” que se siguió contra estas personas. Seguro que, tanto en los archivos de la Guardia Civil como del Gobierno Civil o en los archivos militares, le podrán dar cuenta de ello. Los familiares de estas 28 personas asesinadas llevamos 82 años buscando dichos documentos, que es posible que existan, pero no los hemos podido encontrar.
    Estamos seguros de que si un tribunal -no neofranquista, claro-, revisase estos procesos militares los consideraría ilegales en su inmensa mayoría
    Y si por el contrario no nos entrega esa documentación quedará en evidencia para nosotros y para las otras 140.000 familias de personas asesinadas y desaparecidas que es usted un mentiroso.
    Cuando habla de “juicios legales”, ¿se está refiriendo a los que a partir del 30 de julio de 1936 puso en marcha la Junta de Defensa Nacional de España en Burgos a través de un bando que consideraba “rebeldes, sediciosos o traidores a quienes apoyaron al Gobierno legítimamente constituido de la República” y quienes, a su vez, serían juzgados y condenados por los que realmente habían consumado la rebelión?
    O tal vez, por “juicios legales”, ¿se refiere a aquellos juicios llevados a cabo con defensores militares en muchos casos sin ninguna formación jurídica, sin ningún contacto con sus defendidos, que no proponían pruebas exculpatorias…? Si fuera así me gustaría que tuviera en cuenta que mediante esos juicios farsa, en nuestra localidad, otras 21 personas fueron condenadas a pena de muerte. De estas sí hemos tenido acceso a sus causas militares, incluso sabemos quiénes fueron los acusadores y la cantidad de mentiras que utilizaron, así como la indefensión que sufrieron las víctimas. También hemos conocido dónde les fusilaron y dónde fueron enterrados.
    Estamos seguros de que si un tribunal -no neofranquista, claro-, revisase estos procesos militares los consideraría ilegales en su inmensa mayoría.
    Por cierto, quienes acusaban falsamente con mentiras, se confesaban e iban todos los días a misa e incluso, celebraban vía crucis. Claro, para que les perdonasen sus pecados.
    JUAN RAMON GARAI

  3. Donostia Kultura, el ayuntamiento de San Sebastián, debería ser más plurales y organizar exposiciones en las que se refleje la pluralidad de las corrientes políticas y sociales que defendieron la república en nuestra ciudad y la sangunaria persecución a la que fueron sometidos. Ahí lo dejo

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