Para el Aiete Kantuz, en la apertura del sábado 10, estaba previsto un coro mixto de más de 40 elegantes voces que puso en funcionamiento el siguiente programa
De Bortniansky Cor Jesu melle Dulcius, la conocida y seguida por el público Agur María de José Uruñuela o la de Otto Fischer Otoitza (Ave Maria).
Interpretaron el Festara! de Sarriegui con arreglos de nuestro Sergio Pedrouso del Coro Easo
Siguió la Ilunbabarra de Ignacio Mokoroa. Ilunbabarra figura casi siempre en el repertorio de las corales vascas. Ignacio Mokoroa es un compositor guipuzcoano, nacido en Tolosa en 1902. Su obra ha sido copiosa, deparando relevantes composiciones para piano, órgano y coro. El Certamen Internacional de Masas Corales de Tolosa -sano rival del Aiete Kantuz- hizo un homenaje a Ignacio Mocoroa, puesto que varias ediciones del famoso acontecimiento coral han tenido como obras obligatorias algunas de las creaciones de este músico y compositor.
El Parte vieja Donostiarra de Pedro Ugalde fue tarareado por lo bajines por los asistentes al concierto. Los aficionados al canto coral se encontraron con la siempre agradable Zamba de mi esperanza de Luis H. Profili (Morales)
Y con la conocida Kalinka de Ivan Petróvich Larionov. Todos hemos cantado la Kalinka en aquellos ardorosos años
La música coral cuenta actualmente con una notable afición en Aiete. Las múltiples interrelaciones entre compositores, público, directores y coralistas son, y es de desear que sigan siendo, el sustento de una afición que sigue respondiendo al tópico del vasco que canta.
El canto coral es un trabajo en equipo, que no se entendería sin las personas que hacen música, pero tampoco sin las que no pueden prescindir de ella.
La sabia batuta de Jesus María Echevarría está empapada de esta filosofía y dirigió el buen orden y disposición del concierto