Entre el 10 y el 22 de mayo una expedición de Lantxabe recorrió la Antigua Grecia. Fue un viaje singular, de amplio contenido cultural.
Dentro de ese periplo, conocer los museos arqueológicos de la región era uno de sus objetivos básicos.
Y visitaron los de Delfos, Olympia, Micenas, Epidauro, Nemea entre otros, antes de llegar a Atenas.
En la capital griega dedicaron una buena parte del tiempo a descubrir las obras del Museo de la Acrópolis y del Museo Arqueológico Nacional
Especialmente en estos dos últimos se encontraron con la ‘cerámica ática’ que son piezas de figuras negra y que constituyen una colección de cerámicas muy significativa. Los alfareros áticos se beneficiaron de la excelente arcilla rica en hierro del Ática. La gran calidad de las figuras negras tienen un uniforme y brillante recubrimiento negro como la brea y un intenso color de terracota, porque la arcilla fue meticulosamente suavizada.
Los más destacados artistas áticos elevaron la pintura de vasos a la categoría de arte gráfica, pero un gran número eran de calidad media y producidos para el mercado de consumo masivo. La extraordinaria significancia de la cerámica ática se debe a su repertorio casi interminable de escenas que cubren una amplia gama de temas. Estas proporcionan ricos testimonios sobre todo en lo que respecta a la mitología, pero también en lo referente a la vida cotidiana.
Se guarda un bello recuerdo de este último viaje -el siguiente está también programado el Egeo, pero esta vez desde Turquía-
Y se trajeron fotos de aquellos museos. En concreto dos de esas piezas áticas; en una vemos como se prepara la cena ¿Es la de Nochevieja? ¿ Qué pez se asa en la parrilla? ¿Es un atún? ¿Es un besugo? ¿Es una dorada?, lo más importante es que sea fresco
La otra foto de una vasija pintada lo está con motivos relacionados con la consecuencia de una buena cena: el baile
El museo de Corinto no tiene la riqueza de los otros que los viajeros tuvieron la suerte de visitar, pero sí el recuerdo histórico de que este sistema de decoración para la pintura de vasos se introdujo en la cerámica corintia hacia el año 700 a. C., y desde allí se extendió a toda Grecia y por todo el Mediterráneo