En el lugar que en su día ocupó la bodega del popular caserío se habilitó un pequeño museo que recuerda el proceso de elaboración de la sidra, habitual en los ‘baserris’ de la zona de aiete
En la imagen, aspecto que muestra el pequeño museo que se ubica en lo que fue la bodega de Munto. (n.g)
Hoy recuperamos un reportaje de Arantxa Lopetegi en Noticias de Gipuzkoa del 8 de agosto de 2017
La proyecto que finalmente se implementó fue el resultado de una tormenta de ideas propiciada y organizada por Lantxabe, en la que concursaron casi 100 proyectos en forma de diseños, bocetos, esbozos, croquis, esquemas, planos y apuntes. Finalmente se eligió el más adecuado, dentro de las posibilidades materiales de las que se disponía, porque el museo tiene el carácter de colección arqueológica, recogida de las piezas que Lantxabe conservaba en una de las dependencias municipales (cocretamente las que se encuentran en la antigua Gurelesa de Ibaeta). Los ‘arquitectos’ fueron Javier Busselo y Giorgio Stude.
Ahora esperamos que el ayuntamiento, sección obras y proyectos, cumpla el compromiso que un comentarista exige en un periódico local.
El caserío Munto, que durante muchos años acogió un popular merendero que fue punto de encuentro de varias generaciones, fue derribado en 2013 pero Lantxabe reclamaba incorporar a este ámbito algún elemento que recuerde tiempos pasados.
El controvertido derribo del baserri fue seguido de la convocatoria por parte de Lantxabe de un concurso de ideas para definir usos futuros para la plaza y las obras dieron inicio hace casi dos años, en septiembre de 2015. Pero quedaba una asignatura pendiente, incorporar una huella visible de la historia: el museo arqueológico.
Y así ha sido. Todo aquel que se acerque a la plaza de Munto podrá ver un pequeño galería al aire libre en el que se exponen herramientas, aperos y artilugios mecánicos que componían la antigua prensa y el tolaredel caserío en el que se elaboraba sidra.
El merendero se derribó hace cuatro años. Lo fundamental de la sidrería de Munto se trasladó al caserío Katxola, y aquellos elementos que no pudieron incorporarse a Katxola, se guardaron en el citado almacén municipal: son aquellos que componen el citado museo arqueológico.
La Asociación de Vecinos Lantxabe ha sido agente activo en la recuperación de estos elementos que se ubican en lo que en su día fue la bodega del merendero. En un espacio acristalado y correctamente iluminado se muestra el motor de la prensa que, con una polea de cuero genuino, permitía que funcionara el lagar.
Además, en este espacio podrán verse el cuadro de madera que reproduce la bañera del tolare, el gran eje o ardatza de 2,5 metros en torno al que giraba el rodamiento y la prensa de Munto, además del mando eléctrico, la desgranadora. la embotelladora, diversas kupelas, la balanza de pesas, máquinas de segado o laias, entre otros elementos.
Cuatro años tuvieron que pasar desde que se derribó el caserío para que se haga realidad el museo que, desde Lantxabe, aseguran que está cargado de “recuerdos y simbolismo”, un viaje a los inicios del siglo XX, cuando en los caseríos de la zona se elaboraba sidra.
Todas las piezas que se recogen en este museo son originales de Munto y han sido conservadas por Lantxabe en un almacen municipal de Igara. Dichas piezas tienen perfecto encaje en los restos del caserío que se lograron conservar.
Precisamente es el elemento evocador el que más valoran desde Lantxabe, asociación que se congratula por la puesta en marcha de este espacio expositivo en un entorno en el que los edificios históricos han corrido diversa suerte. Un ejemplo lo hallamos en el caserío Katxola, que fue desmontado y vuelto a construir, piedra a piedra, en el entorno de Miramon.