La velada del miércoles en la Casa de Cultura se recordará no sólo por el cambio en el día de la semana, (desde hace muchos años se celebra en jueves) sino, sobre todo, por la frescura en la presentación que nos regaló Lola Arrieta, por su conocimiento profundo de Tina Morrison, de la autora y de su novela ‘La canción de Salomón’, de las influencias de Faulkner, de la Biblia, de la Odisea o del Cantar de los Cantares y por la puesta en sala del protagonismo de Tina Morrison en la sociedad americana actual. Las notas biográficas que nos pasa Lola nos dicen que Tina, nace como Chloe Ardelia Wolford el 18 de febrero en Lorain, Ohio, USA. En diez día cumplirá 88 años.
El miércoles asistimos, casi sin querer, a una sabia lección de literatura basada en la portentosa escritura de la primera afroamericana premio novel de las letras
Se puede discutir sobre si La canción de Salomón de Toni Morrison, es su mejor creación, algunas personas prefieren Beloved. Pero en la tertulia de ayer se valoró ‘La canció…’ de Morrison como una obra infinitamente poética y acogedora.
Este libro se ha convertido en referencia sobre los problemas raciales en el corazón del pueblo estadounidense. (Es de lectura obligada en los colegios de Estados Unidos, como Matar a un ruiseñor, que se trabajó en la tertulia de enero).
No es este el medio para resumir el libro, sí para dar unas pinceladas de la tertulia de ayer.
Protagonista es ‘Lechero’. El tercero de los Macon Muerto, un muchacho que siempre ha tenido el deseo de volar, -aprender a volar es el leiv motiv de la novela-
‘Lechero’ emprende un viaje que lo llevará a descubrir la historia de su estirpe, conocimiento que lo conduce a su último vuelo.
Lola nos invitó a leer de viva voz el epígrafe de la novela
Los padres remontarán el vuelo
y los hijos conocerán sus nombres
Y nos descubrió que en esas dos frase está la esencia de La canción de Salomón.
Ya en las primeras páginas se recita que
‘La mujer que entonaba su canción llevaba gorra de lana azul marino calada hasta media frente e iba envuelta en un edredón que hacía las veces de abrigo. Con la cabeza ladeada y los ojos fijos en el señor Smith, cantaba con poderosa voz de contralto:
El hombre de azúcar voló,
el hombre de azúcar se fue,
el hombre de azúcar surcó los cielos,
el hombre de azúcar llegó al hogar…
El señor Smith había perdido el equilibrio y trataba de aferrarse gallardamente a un triángulo de madera que sobresalía de la cúpula. Inmediatamente después la mujer empezó a cantar:
El hombre de azúcar voló,
el hombre de azúcar se fue…
….
Al día siguiente vino al mundo el primer niño de color que naciera en el Hospital de la Misericordia (El niño es el tercero de los Macon Muerto que protagoniza la novela y su final).
El final de la novela fue también objeto de lectura por una de las asistentes a la tertulia
—¿Quieres mi vida? —Lechero ya no gritaba—. ¿La necesitas? ¡Tómala!
Sin secarse las lágrimas, sin respirar hondo, sin doblar siquiera las rodillas, saltó al vacío. Ligero y resplandeciente como la estrella polar, fue girando en el aire hacia Guitarra. No importa cuál de los dos entregara su espíritu en los brazos asesinos de su hermano porque ahora Lechero sabía lo que Shalimar había descubierto años atrás: que si te rindes al viento, puedes cabalgar en él.
Nota
Lechero emprende el viaje más importante de su vida: aquel que le hará conocer su destino, y encontrarse con la historia de su familia.
Como se dice más arriba la novela comienza cuando la madre de Lechero Ruth observa, junto a sus dos hijas y su cuñada Pilatos, el suicidio del agente de seguros, Robert Smith, hombre afroamericano, a quien el narrador identifica como perteneciente al grupo Los siete días. En una escena bastante simbólica, Smith salta desde la azotea del Hospital Mercy portando un par de alas de seda azul, pretende volar hasta el Lago Superior -Lola distribuye un cuaderno A4 como base de ilustración de la tertulia, en esta ocasión contenía, entre otras referencias, un mapa de EE UU, para dar a conocer el lugar geográfico del lago-
El vuelo, es el símbolo que recorre toda la novela, convirtiéndose en un verdadero anhelo para el protagonista, será esta imagen la que impulsa su propia llegada al mundo, puesto que la impresión de la escenade Robert Smith hará que Ruth, madre de Lechero, se ponga de parto, trayéndole al mundo.