El jolgorio de los asesinos

Y de quienes les protegen, y de quines parecen proyectarse en ellos

Ella nos pide “recordad, contadlo” y Lantxabe se hace eco

Carta de la víctima de La Manada: «Lo peor no fue la situación vivida sino todo lo que vino después»

«Tras casi tres años, este proceso por fin se ha terminado…», escribe la víctima de La Manada en sus primeras palabras tras la sentencia del Tribunal Supremo que reconoce que no fue abuso sexual sino agresión sexual

«Buenos días, tras casi tres años, este proceso por fin se ha terminado. Ha sido largo, intenso y sobre todo agotador. Lo peor no fue la situación vivida sino todo lo que vino después…»

Son las primeras palabras de la víctima de La Manada después de que el Tribunal Supremo elevara de 9 a 15 años de prisión la condena al considerar que los hechos que ocurrieron en los Sanfermines de 2016 no fue abuso sexual por prevalimiento sino un delito continuado de violación.

Es sólo un extracto de la carta que la víctima ha remitido a El Programa de Ana Rosa. Tan sólo tres frases, pero tres frases en las que la víctima da por cerrada una pesadilla de tres años, «larga, intensa y agotadora», y en la que reconoce que lo peor no fue lo vivido sino lo que vino después.

Y lo que vino después fue una sentencia, la de la Audiencia Provincial de Navarra, que indignó a toda la sociedad. Una sentencia en la que se llegaba a describir como «jolgorio» como cinco hombres la acorralaron en un espacio reducido y la violaron. Tres años en los que ha tenido que soportar que la justicia no la creyera y en los que ha tenido que guardar silencio, un silencio roto ahora, cuando todo ha terminado.

«Son momentos en los que nadie sabe cómo actuar pero vosotros lo hicisteis fácil», ha subrayado la víctima de ‘La Manada’, al tiempo que ha dado las gracias también a Pamplona y a Navarra «que con todo su empeño han hecho más fácil que alguna vez» pueda volver

La carta continúa llena de agradecimientos desde «todas las personas que desde el primer momento se involucraron para ayudarme» pasando por «el juez de instrucción que nunca dudó de mí» hasta «el abogado que me tocó aquel 7 de julio de 2016…». «No puedo haber sido más afortunada con la calidad de las personas que me han ayudado», asegura.

«Gracias de nuevo a aquellas primeras asociaciones y personas por llevar esto a la calle formando un eco por todos los rincones de España. Gracias por no haberme dejado sola. Os estaré eternamente agradecida, pero yo no soy ninguna heroína, la fuerza para continuar, muchas veces, me la ha dado todo el calor y apoyo que he sentido en este camino», insiste en la misiva.

La carta finaliza con un mensaje contundente: «No podemos olvidarnos que la lucha debe seguir y debemos ser el cambio que queremos en la sociedad, ya que esto le ha supuesto la vida a muchas compañeras. Recordad, contadlo. No les dejéis ganar a ellos».

El Tribunal Supremo cerró el caso de La Manada el viernes pasado elevando sustancialmente la condena de José Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo, Ángel Boza, Jesús Escudero y Antonio Manuel Guerrero, y enviando un mensaje de dureza contra los delitos sexuales, dirigido tanto a la sociedad como a los tribunales encargados de juzgar este tipo de hechos. Apenas una hora después de que el Supremo hiciera pública su decisión, la Policía detenía a los cinco acusados. La pesadilla acababa para la víctima.

El Supremo fue contundente: lo que sucedió en la madrugada del 7 de julio de 2016 en los fondos de un portal de Pamplona entre cinco hombres jóvenes y una chica de 18 años fue una agresión sexual continuada y con agravantes que merece una condena de 15 años de prisión. Añade una indemnización conjunta de 100.000 euros, una orden de alejamiento de la víctima durante 20 años y, tras cumplir la condena, otros ocho años de libertad vigilada.

Los magistrados revocaban así las sentencias previas de la Audiencia de Navarra y del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de esa comunidad, que habían impuesto nueve años de cárcel por abusos sexuales.

Los hechos que se consideraron probados describen «un auténtico escenario intimidatorio, en el que la víctima en ningún momento consiente a los actos sexuales llevados a cabo por los acusados». «Situación intimidante», prosigue la setencia, «que hizo que la misma adoptara una actitud de sometimiento, haciendo lo que los autores le decían que hiciera, ante la angustia e intenso agobio que la situación le produjo por el lugar recóndito, angosto y sin salida en el que fue introducida a la fuerza, y las circunstancias personales de la víctima y de los acusados, lo que fue aprovechado por ellos para realizar los actos contra la libertad de aquella, al menos 10 agresiones sexuales con penetraciones bucales, vaginales y anales».

La condena impuesta es la máxima legal por una agresión sexual, un delito que parte de una pena mínima de seis años. Los magistrados han llegado a los 15 porque han apreciado que se dieron dos de las agravantes que prevé el Código Penal: el trato degradante o vejatorio hacia la víctima y el haber actuado en grupo.

Pese a ser la pena más alta por violación, el tribunal explica que los años totales de cárcel deberían haber sido más. Lo explica diciendo que lo correcto jurídicamente habría sido condenar a cada acusado como autor de la violación que cometió y coautor de las otras cuatro. Aunque la pena por cada violación habría sido un poco inferior, la suma total habría superado los 60 años.

La Manada ha vuelto a la cárcel al cumplirse justo un año desde que la Audiencia Provincial de Navarra les concediera la libertad provisional (21 de junio de 2018), cuando estaba a punto de vencer el plazo máximo de dos años estipulado para la prisión provisional y entendiendo que no existía riesgo de fuga ni de reiteración delictiva.

Texto basado en otro tomado de EL MUNDO

Viernes, 28 junio 2019

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