Jesús Muñoz-Baroja, el arquitecto del traslado de Katxola

Hace 20 años, el caserío Katxola de Aiete, declarado monumento, se trasladó piedra a piedra. El arquitecto que dirigió la obra, Jesús Muñoz-Baroja, había restaurado antes La Antigua de Zumarraga y el actual Museo Naval.

El caserío original, de la segunda mitad del siglo XVII, se encontraba en el paseo de Oriamendi, pegado a la carretera, donde no había sitio para crear un arcén y existían planes de reurbanización. Tras ser declarado monumento, su traslado a la calle Paraíso, donde se construían nuevas viviendas, permitió reformar el entorno en el que se situaba, a la vez que crear un nuevo espacio construido por Lantxabe, con numerosas actividades, en el que también fabrican sidra cada año.

El arquitecto Jesús Muñoz-Baroja, con el que colaboró su colega José Gorritxo, estudió Arquitectura en Madrid y tras especializarse en restauración en Roma, dirigió sus pasos hacia este tipo de tareas en edificios históricos en distintos puntos de Euskadi, cuando el Gobierno Vasco empezaba a destinar fondos a la restauración de monumentos.

En el caso del caserío Katxola, uno de los pocos caseríos-lagar completos que quedaban en Gipuzkoa junto con Igartubeiti, el traslado tuvo como objetivo principal mantener la estructura de madera que servía como sustento a la prensa para manzanas, que era el corazón del caserío, así como el resto del inmueble barroco, fábrica y vivienda a la vez.

Por ello, en su reconstrucción en Aiete a unos 200 metros de distancia del emplazamiento original, se reubicó una escalera en medio y se dejó totalmente a la vista la estructura de madera, tanto en la parte del lagar, a un lado del edificio, como en la de la vivienda, en el otra. Según el arquitecto, “no es tan complicado trasladar un edificio de un lugar a otro;eso sí, hay que numerar todas las piezas y después volver a colocarlas en su lugar original”.

Piedras labradas y madera

La tarea, que duró cerca de un año, según recuerda el especialista, afectó a las piedras de arenisca labradas así como la característica estructura de madera, aunque no a los muros de mampostería, que se hicieron totalmente nuevos, ya que carecían de interés patrimonial.

La obra contó con la colaboración de un equipo de carpinteros especializados en tramas de madera. “El grupo que se ocupó de la estructura también nos había ayudado en la reconstrucción de la ermita de La Antigua, en Zumarraga”, señala Muñoz-Baroja, que fue igualmente el responsable de la restauración de la considerada como catedral de las ermitas vascas, un templo del gótico, aunque de aire más románico, que destaca por su techumbre y estructura de madera, y que fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1965 y Monumento Histórico-Artístico Vasco en 1984.

El arquitecto donostiarra también ha llevado otras restauraciones históricas como la del museo de Zumalakarregi, de Ormaiztegi;la del Museo Naval de Donostia;antigua lonja que se restauró para su actual uso cultural o la del monasterio de Zenarruza, en Bizkaia, entre otras.

En el caso de Katxola, el interés de los impulsores de la obra era que no se perdiese la personalidad del caserío, en el que aún residían algunas personas cuando comenzó a abordarse su posible reconstrucción. Y aunque la zona del tolare estaba en buen estado, no sucedía lo mismo con la zona de vivienda, donde se habían ido añadiendo tabiques para crear estancias. De cualquier forma, tras su restauración, la estructura de ambas zonas queda ahora a la vista de los asistentes, como vestigio de esta construcción de hace más de tres siglos.

La rehabilitación y traslado del edificio, de planta rectangular, eliminó las pequeñas habitaciones que habían surgido en la zona de la vivienda y añadió un pequeño sótano con el fin de contar con un espacio de almacén para el renovado edificio. Además, recuerda Muñoz-Baroja, instalaron en la planta baja del renovado Katxola un mostrador de bar, similar al que existió en el pasado, con el fin de poder servir la sidra que Lantxabe elabora cada año en el tolare

El edificio sirve como museo de sí mismo, tal y como pretendieron los impulsores de su traslado. No pudo pasar lo mismo, sin embargo, con el caserío Munto, también de Aiete. Este edificio, que contenía igualmente un largar, fue derribado en 2013. La parte más grande de sus piezas se trasladaron al caserío Katxola y otras se exhiben bajo la plaza del mismo nombre, siempre gracias a la incitativa de Lantxabe

Tomado de un reportaje de Carolina Alonso. Noticias de Gipuzkoa

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