Ayer -Casa de Cultura de Aiete-, en la presentación del film ‘Ciudad de Dios’, Jesús Garmendia, enfatizó con los logros del cine brasileño, logrando desde el principio un activo interés de los participantes en la velada.
Se le otorga el ‘Aiete de plata’ porque, para los organizadores, el cine-forum de Aiete, es un proyecto de formación artística que busca fomentar la participación y el intercambio de ideas y conocimiento entre los asistentes, y Jesús lo logró plenamente. Combinó la presentación de la impresionante película Ciudad de Dios (casi un documental) y de las maravillas del cine brasileño, con un interesante, vivo, creador, coloquio posterior que apuró la generosidad del Centro Cultural, y de sus responsables, hasta a las nueve y media de la tarde.
Para los organizadores de este ciclo, el cine, además de elemento lúdico, es un recurso para aprender a aprender de cine, comunica una experiencia y reflexiona sobre ella; pues bien, la desgarradora narración cinematográfica de ayer, gracias a la experta mano de Jesús, resultó un instrumento docente, una lección de historia y conciencia social.
Jesús Garmendia se presentó como un enamorado del cine brasileño, esperanzado con su furo. Se detuvo, como ejemplo de sus raíces, en la película Límite (1930) de Mario Peixoto, que fundó el primer cineclub del país, el Chaplin Club, en 1928
Peixoto dirigió, escribió, produjo y montó su única película, Límite, estrenada el 17 de mayo de 1931 en el cine Capitólio de Río de Janeiro.
La película Límite fue restaurada en 1978 y desde entonces pasó a ser considerada como una de las mejores películas brasileñas.
Nos habló también de una de las películas más exitosas en la historia del cine brasileña, Doña Flor y sus dos maridos (1976) realizada por Bruno Barreto.
Jesús presentó, de esta forma, una documentada e interesante perspectiva del cine brasileño, con la esperanza de que siga progresando sin caer el temático ‘cine de género’, que como ocurrió con las ‘películas del oeste’, pudiera consistir en el ‘cine de favela’.
La película -Ciudad de Dios- muestra la violencia de la calle y el drama de los jóvenes reclutados por el narcotráfico en Río de Janeiro
Este film, dirigido por Fernando Meirelles y por Katia Lund, como subrayó Garmendia (Se extrañó de cómo en algunos textos se hace desaparecer a Katia) tuvo gran éxito internacional, y fue síntoma del vigor del cine brasileño.
Garmendia nos decía que la violencia retratada con tanta crudeza, puesta ayer ante nuestros ojos, se vive en las 620 favelas de Río de Janeiro, donde reside el 10% de su población.
Gracias al filme, Luiz Inácio Lula da Silva comenzó una serie de proyectos sociales que podían cambiar el rostro de la favela que lleva el nombre de‘Ciudad de Dios’, el proyecto tenía intención de extenderse a las otras favelas de Río y del resto del país, pero defenestrado Lula, aupado el facha Bolzonaro, la situación vuelve a ser la misma, y apenas queda margen para el optimismo.
Paulo Lins, autor de la obra que ha dado origen a la película, Cidade de Deus, vivió en la favela de los 7 a los 32 años.
«Los que hemos vivido en esa favela sabemos que la película es sólo una pálida imagen de la realidad. La violencia real a la que sus moradores están sometidos en el fuego cruzado entre los narcotroficantes y una policía corrupta en un 99% es mucho mayor que la que refleja el filme», aseguró entonces.
En el debate posterior se objetaba que la película sólo habla de la violencia, mientras que en las favelas existe también mucha bondad, solidaridad y calidad humana. En las escenas cumbre del film esa realidad aparece, pero la película pretende sólo revelar al mundo la violencia que allí reina. Y el drama son los cada vez más jóvenes reclutados por el narcotráfico, el único que les ofrece trabajo…y armas asesinas. El final de la película es descorazonador