El Centro Cultural Aiete presenta una exposición sobre la escritora Jane Austen del 8 de noviembre de 2019 al 2 de febrero del 2020.
La muestra recoge su vida y obra mediante imágenes cedidas por el Jane Austen´s Museum de Inglaterra.
El Jueves, 19 Abril, del 2012, en tertulia moderada por Lola Arrieta, disfrutamos de su exquisita obra, Sentido y sensibilidad.
En 1811 Austen publicó ‘Sentido y sensibilidad‘, su primera novela, de forma anónima (Una auténtica gozada para los seguidores de la tertulias literarias). El libro apareció firmado «por una dama». Y ‘Orgullo y prejuicio’, en 1813, «por la autora de ‘Sentido y sensibilidad».
Al día siguiente, el 20 de abril, se presenta en el mismo salón la película de Ang Lee, Sense and Sensibility, basada en la obra de Jane Austen (moderada por Fernando Mikelajauregi)
El Jueves 24 mayo de ese 2012 en la Aiete Kultur Etxea, Maria Jose Noain nos habló de Bath y la romanización del sur de Inglaterra.
Estas charlas formaban parte del viaje en el que durante diez días se recorrió el Sur de Inglaterra, sus templos más emblemáticos y algunas referencias literarias debatidas en nuestras tertulias, entre ellas la de Jane Austen, cuya casa-coqueto museo, el 11 de julio, visitamos en Bath. La casa de Jane reproduce la forma de vida de la escritora. Un edificio, en el centro de Bath. En la planta baja se reproduce, con modelos a tamaño real, sus facetas como escritora. Visitamos las diversas salas, comedor, oficina de trabajo. En la primera planta dispone de una sala de video, otra de conferencias, etc, sobre temas de la vida y obra de la autora.
Un hito en el proyecto del ciclo de literatura y cine dedicado al sur de Inglaterra: estar en la propia casa de Jane Austen.
Aquel viaje a la campiña inglesa, como los posteriores, a otras regiones de Europa -el último a Turquía- representan la fusión del arte y de la cultura. No es un viaje sólo, ni una tertulia aislada, ni aquella bella película, ni las conferencias en torno a los lugares que se visitaron, como hechos aislados; es la suma y síntesis de todo ello, que se representa en el ciclo que nos hace a las tertulianas y a los tertulianos, espectadores activos y viajeros
Hoy tenemos de nuevo a Jane Austen con nosotros, su casa en Bath reproduce la forma de vida de la escritora, ¿Cómo no recordar hoy el museo al aire libre de Munto y el del caserío Katxola?
Confieso que la lluvia y el viento helado del norte me ponen georgiana y que es entonces cuando me apetece leerte. (Ahora que, además de leerte, te escribo, también noto que me estoy poniendo un poco cursi). Siempre te leo en otoño o en invierno y acompaño la lectura con tazas de té inglés, imaginando el verdor de los paisajes que describes, los carruajes atravesando la niebla, la ropa y los peinados de tus personajes. No tengo que hacer grandes esfuerzos imaginativos, en parte porque Euskal Herria, donde vivo, también es verde y lluviosa, pero sobre todo porque dispongo de Google, una herramienta que es una especie de enciclopedia interminable, una ventana al mundo desde la que puedes ver todo lo imaginable y disponer de información de manera infinita. Pensarás, como muchas pensamos en su día, que es una suerte tener algo así, que el libre acceso a la información es una panacea universal y que qué pena no vivir en esta era, pero te aseguro que la ventana se torna abismo si una no se anda con cuidado. El caso es que, cuando te leo, busco en Google cosas como “moda británica siglo XVIII”, “recetas británicas siglo XVIII” o “decoración británica siglo XVIII”. En menos de veinte segundos, dispongo de millones de imágenes que me ayudan a vestir a tus personajes, a ubicarlos y, en cierta manera, a conocerlos un poco mejor. Quizás esto te parezca una aberración para la imaginación y puede que no te falte razón.
Creo que Donostia te gustaría, al menos para pasar unas vacaciones. También he vivido en Madrid y en Barcelona, pero en ambas me pasó algo parecido a lo que te pasó en Bath: la idea de la ciudad era más excitante que la ciudad en sí y la precariedad, mucho más dura de soportar. A eso hay que sumarle las distracciones, que en tu caso eran muchas: cuando no tocaba un baile, había que visitar a algún vecino, o asistir a la ópera o a otro evento social en el que encontrar un marido. Ahora no está mal visto que las mujeres tengamos un trabajo asalariado además del doméstico (que sigue sin remunerarse) y no necesitamos un marido que provea, aunque sí a alguien con quien compartir los gastos porque un sueldo medio no es suficiente para mantener a una familia. El dinero sigue siendo una preocupación, especialmente para las mujeres, que de media cobramos menos que los hombres aún cuando desempeñamos el mismo trabajo. Seguro que esto último no te sorprende
Lucía Baskaran