Hace ahora tres años, editamos aquí mismo “Halloween y vándalos en Aiete”.
Se escribía…Halloween (contracción de All Hallows Eve, ‘Víspera de Todos los Santos’), es una fiesta moderna que ha llegado a nuestro barrio y lo hace, especialmente, entre los más jóvenes
Pero hay algunos segmentos de la chavalaría a la que se les atragantan muchas cosas, incluida esta fiesta cuyas raíces están vinculadas con la conmemoración celta del Samhain y la festividad cristiana del Día de Todos los Santos. Se trata pues de un festejo secular, pero que posee un trasfondo religioso.
Terminaba el comentario …¡Y que se puede celebrar sin fastidiar!
Pues no…Lo han vuelto a hacer. Esta vez han desviado sus huevos a la plaza de Munto -en aquel 2016 se ensañaron en la Hiru Damatxo, Aiete Ikaretxea, Etxadi, Bera.Bera-
Nos escribe un vecino con tinta cargada de ironía
“Amanecemos con una grata sorpresa en nuestra ventana.
Alguna cuadrilla de maleducados niñatos que ayer campó por la Plaza Munto, se ha dedicado a lanzar desde la plaza huevos a las fachada de las casas, soportales y entrada garajes.
El resultado, el que podéis apreciar en la foto.
En la plaza se muestra toda la basura que dejaron, incluida la caja de 12 huevos; todo un detalle.
La culpa no es de esos niños, sin duda es de la educación que portan en sus cerebros, fruto del gran trabajo de sus padres”.
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En aquellas fechas -5 noviembre 2016- escribía Maite Lasa (en la citada entrada)
“Hoy he leído un comentario de Ane Soma. Ella reproduce las fechas desde las que en esta web se están manifestando las quejas contra las agresiones la noche de “las brujas”. Se supo de una denuncia a la Ertzantza por una agresión racista en la plazoleta de Etxadi. Se sabe que Lantxabe se presentó en sus oficinas de la calle Easo con el objeto de prevenir este desmadre carca y ultra que va más allá de una fiestas de “payasos criminales”. En los colegios de Aiete no se educa así y su gente joven no es así. Se sabe quienes son los agresores y de qué colegio parten y, al presentarse a la policía vasca, se quería confirmar la procedencia de los chavales denunciados para ayudar, persuadir, evitar que, como está sucediendo, las agresiones no se repitan año tras año, en definitiva se quería mediar de buenas formas. No es difícil saber el colegio. Es suficiente con seguir las huellas que dejan los huevos y saber quiénes son los agredidos -el chaval golpeado era del Axular; a la Aiete Ikastetxea le bombardearon con huevos hasta dentro de las aulas- Son chavales que se están haciendo mayorcitos. Ayer, sin ir más lejos, un joven adolescente, con mala cara, quiero decir pálido, con feos granos y mirada torva, en el autobús Garagar, a la altura del Paseo de Aiete, le comentaba a otro, “el otro día – se refería al 31 de octubre, la tarde del Halloween- después de echar los huevos nos fuimos a lo Viejo”. Me dieron ganas de entrar en la conversación pero no me atreví. Lo siento.
Me imagino que estaréis pensando que “muerto el perro se acabó la rabia” y que estos chavales que ahora rondan los 14 años, cuando tengan 16, encontrarán otras diversiones más civilizadas” Terminaba Maite
En este momento los críos que arremetían en el 16, ahora tendrán 16 ó 17 años, se presiente que los nuevos aprendices de vándalos son los que ahora tienen 14
¿Es acertada y previsora la puntualización del vecino “La culpa no es de esos niños, sin duda es de la educación que portan en sus cerebros, fruto del gran trabajo de sus padres”?
Y cuando Maite atribuye a Lantxabe la acción de querer ir a los colegios de la zona -y en concreto del colegio de dónde partieron las agresiones en aquel 2016- para informar de las fechorías cometidas por sus alumnos ¿No resultaba también una acción previsora?
Dos consideraciones para los indulgentes (“Son adolescentes, tienen derecho a divertirse, ya aprenderán, ya cambiarán, todos hemos pasado por eso, es una noche de fiesta”)
Una.- Pónganse en la piel del vecino que nos escribe, o en el chaval que fue víctima racista detrás de un inocente “juego de huevos”
Dos.- ¿Están disponibles para ir a limpiar de huevos la plaza?; porque ya saben que las brigadas del gobierno municipal no lo van a hacer
La consideración de si «¿Están disponibles para ir a limpiar de huevos la plaza?», me parece lo mas fácil. Quien limpia la fachada de la casa? las manchas perduran durante años, hay zonas de los ventanales en los que me he jugado el pellejo para intentar limpiar la gracia de esta «chavalería».
Llega el día de Halloween y ves a gente que plastifica las ventanas para evitar la gracia, otros no encienden las luces o bajan las persianas para que los vándalos no vean que hay gente en casa, porque les gusta tirar huevos a las casas en las que hay gente, a la que pueden hacer cabrear.
Yo creo que con los años que llevamos con este problema, la guardia municipal debería tomar cartas en el asunto, empezar a perseguir a esta gentuza y que sus padres se hagan cargo del coste de limpieza de las fachadas, ya verias como se acababa la tontería.
Yo tambien he sido joven, me he divertido pero las acciones de diversión tienen un punto que no se ha de sobrepasar y es ahí donde se ve la educación recibida.
Educado podía firmar también «Educando» que es lo que él reclama con razón. Y cierto es lo que dice: esa «tradición» de «rompe-huevos» viene repitiéndose desde hace años con consecuencias que soportan personas como el que firma la anterior entrada. Es imperioso, es necesario, es obligatorio, que se eduque en valores cívicos a nuestra juventud y, al mismo tiempo, -en este caso también- que el que contamine pague
Gau baltza significa “noche negra”. Arimen gaua se traduce como “noche de las almas”. Ambos términos en euskera también riman con Halloween, o al menos con una tradición vasca de conmemorar la víspera del Día de Todos los Santos que viene, temporalmente hablando, de lejos. Según distintos testimonios e investigaciones antropológicas, la celebración del 31 de octubre tiene orígenes vascos.
“En mi pueblo los chicos, de noche, vaciaban calabazas, les hacían agujeros para los ojos y la nariz, metían una vela encendida, y cuando la gente bajaba del rosario se les ponían en un callejón estrecho”, relata Karmele Esnal, natural de la localidad guipuzcoana de Orio, en el marco de un trabajo realizado por Ahotsak.eus
Los antropólogos Jaime Altuna y Josu Ozaita convirtieron este tema en un trabajo antropológico que cobró forma de libro, titulado “Itzalitako kalabazen berpiztea” (“La resurrección de las calabazas apagadas”, publicado por el ayuntamiento de Eibar y la Universidad Vasca de Verano). Allí destacan, precisamente, los lazos entre Euskadi y esta celebración. “Antes de que las voces del Halloween americano llegaran a nuestros oídos, en las oscuras tardes otoñales las almas de calabaza iluminaban los rincones del pueblo vasco”, sostienen.
Las fiestas en torno a la muerte que se celebran a finales de octubre y principios de noviembre tienen unas raíces muy antiguas y están relacionadas “con el final del verano y el principio del invierno”.
“Íbamos al huerto y le robábamos una gran calabaza al aldeano. La vaciábamos, unos agujeros a modo de ojos, boca y nariz, y poniendo una vela encendida dentro… Sí, yo he hecho estas cosas”, añadía por su parte Jesús Gangoiti, natural de Bermeo, en el trabajo producido por Ahotsak. A la noche del 31 de octubre ahora se le conoce como Halloween, pero nunca la “rompe huevos”
Soy trabajador en un centro escolar de la zona y vecino; es hora de levantar la voz. ¿Dónde está el límite para estos niñatos?Este año, además de huevos y huevos con pintura, la última «innovación» ha sido utilizar piedras del solar de Mantulene para variar la munición.
Algún año va a haber una desgracia. En esta sociedad del «vale todo» en el que los padres permisivos aceptan que jóvenes menores de 16 años salgan de noche sin saber muy bien adónde ni a qué van…
¿Y si algún día hay algún herido?Si es algún vecino nos echaremos todos las manos a la cabeza y las autoridades tomarán cartas en el asunto (tarde, como es habitual). Si, por el contrario, es algún joven «gamberro», los padres se apresurarán a denunciar.
Y mientras los comercios de la zona con la estantería de huevos vacía y eso que cada año piden más género. Es como el «Black Friday» de los huevos.
¿Tendremos que hacer patrullas de vecinos poniendo en juego nuestra integridad?¿tendremos que ir a hacer guardia a los comercios y sacar fotos a todos los niñatos que van cargados con huevos?¿resignarnos, una vez más a ver nuestras fachadas, ventanas, garajes, tejados sucios y con desperfectos?¿Deberíamos animarles a que mejoren sus destrezas en casa del alcalde?
Aitatxos y amatxos, igual se soluciona haciendo que los niñatos estén a las 22:00 en casa. Pero claro, cuesta enfrentarse a los adolescentes, ¿no?
Gora Aiete!
Si días después todavía la indignación sigue haciendo mella en nosotros es que el asunto es grave. -¿quién lo puede dudar?, seguro que se preguntan los numerosos perjudicados-, pero en este caso los damnificados somos todos
Hay cuestión,… son niñatos pero crean problemas, problemas graves para quines lo sufren. Como la agresión es indiscriminada y da placer a los agresores, el año que viene cualquiera puede ser la víctima. Hace dos años la Ertzantza practicó algunas detenciones. Lantxabe quiso conocer la identidad de los detenidos con el objeto de ir a los colegios de los que procedían, y hablar con las amas-aitas también; sin ánimo de denuncia, ni publicidad, con idea de persuadir en el origen y evitar lo que ha vuelto a suceder este año.
El correo de Lantxabe es lantxabe@gmail.com. Escribiendo a esta dirección la información no es pública, pero nos permitiría cumplir funciones de prevención, si tenemos algún testimonio de la procedencia de estos jóvenes energúmenos.
Mientras tanto, seguro que hay personas, de la comunidad escolar, del barrio, que conocen a los protagonistas de las fechorías. Tienen la obligación de ponerle remedio.
Baltasar.
JULEN … , Muy valiente ,con tu escrito por ser quien y con la precisión hacia donde va dirigido.
Y también a lo mejor ya nos vamos dando cuenta de que ademas de protestar hay que hacer otras cosas voceando y poner en valor/practica aquellas, por la importancia de hacerlas TODOS JUNTOS