Ayer en la Casa de Cultura ‘Breve encuentro’ elevó la emoción hasta los 24 quilates; el film de David Lean es oro puro
Jesús Garmendia impartió una magistral lección de cine con su monográfico sobre el gran director y su apasionante opinión sobre la película
Jesús organizó la presentación del cine forum del viernes dividiendo su intervención en dos partes. En la primera, antes de la proyección de la película, dio un ilustrado, ameno y aleccionador repaso a la obra de Lean. (La segunda fue durante el coloquio sobre el bellísimo film).
En la presentación del cine-fórum, Garmendia dividió la actividad creativa del realizador en tres episodios. Años cuarenta: hace un drama bélico “Sangre, sudor y lágrimas”, 1942; una comedia fantástica en “Un espíritu burlón”, 1945; unas excepcionales adaptaciones de Charles Dickens con “Cadenas rotas”, 1946, u “Oliver Twist”, 1948, y, sobre todas, este “Breve encuentro” en 1945
De la segunda época, nuestro presentador resaltó las monumentales películas épicas que le dieron fama, “El puente sobre el río Kwai”, 1957; “Lawrence de Arabia”, 1962; “Doctor Zhivago”, 1965. El realizador británico David Lean dirigió, con gran acierto y popularidad, este buen puñado de clásicos pero -nos recordaba Jesús- la esencia de su cine ya estaba en “Breve encuentro”.
En el coloquio se habló -como si se tratara de un tercer momento- de la “La hija de Ryan”, 1970. Y Jesús manifestó varias veces su incomprensión sobre el porqué entre “La hija de Ryan” y “Pasaje a la India” (1984), pasaron 14 años sin que Lean tuviera la oportunidad de realizar ningún otro film.
Tras la aparición del ‘END’ en la pantalla; tras la visión de esta fascinante historia de amor, con un final desgarrador: los ojos luminosos de Laura (Celia Johnson) y el ceño de Alec (Trevor Howard); un final amargo y magistral…. mucha gente que llenaba el salón de actos se quedó atada a la silla por el ‘espasmo del sollozo’ que se presenta tras sufrir algún golpeo en el alma y se llenan los pulmones de aire para llorar sin poder llorar. El impulsor del coloquio, sí pudo levantarse, y tomar la palabra para analizar esta historia de amor contada por el cine, esencia de la expresión artística. Empezaba la segunda parte de su aportación.
Las herramientas que utiliza David Lean en este film nos fueron detalladas por el presentador; destacó que está contada por medio de ‘flashback’ no muy frecuente en aquella época -no se olvide, es de 1945-; subraya las intensas y adorables interpretaciones de Johnson y Howard; menciona los lugares, la escenografía de la película (estación del tren, trenes cabalgando los raíles que simbolizan las ataduras sociales de los personajes y que van en direcciones opuestas, pocos espacios abiertos, entre ellos el puentecito amoroso sobre el río, todos estos lugares objeto de culto y situados como ruta turística en el lugar de filmación al norte de Inglaterra); destaca el gran trabajo de Robert Krasker, como responsable de la fotografía, de los claroscuros de la película, sombras y niebla, luces en una oscuridad suave y brumosa; sobresale la perfecta fusión de las diversas escenas dramáticas del film con el ‘Concierto nº 2’ de Rachmaninoff… La suma de todos estos elementos artísticos consiguen una exquisita experiencia cinematográfica.
El film nos muestra la relación entre Laura (Celia Johnson) y Alec (Trevor Howard). Laura y Alec se conocen en el bar de una estación y se enamoran. Pero están casados y con hijos. Del hijo de Laura y su porrazo en la cabeza, destaca Jesús -entre otros- los diversos golpes asestados a la protagonista que ella tiende a culpar por su infidelidad
En el coloquio de la película se quiso ver que David Lean, presenta una analogía entre la vida y una estación de trenes, y que nos va mostrando con sutileza diversos elementos simbólicos dedicados a reflejar como la sociedad, sus tradicionalismos, puritanismos y dogmatismos, pueden acabar con esta delicada y maravillosa historia de amor
Una película sobria, un poso de buen cine, de cine bien hecho, muy humano. Una joya de culto que un buen número de seguidores de David Lean siguen disfrutando, como se demostró ayer en la Casa de Cultura.
Sirva este comentario para dar las gracias a Jesús Garmendia, por su esfuerzo y maestría, a los organizadores de estos ciclos, a los empleados de la Casa de Cultura, a todas las amigas y amigos que hacen posible veladas de cine puro como las de ayer
PD .- Crítica de la película editada en la revista semanal TRIUNFO el 11 de mayo de 1968