Mientras la asociación de vecinos de Aiete reclama abrir el palacio y los jardines de la finca a la ciudadanía, desde el Gobierno central dicen que no se prevén cambios de titularidad ni de usos de la propiedad
Ocurrió poco antes de llegar el tiempo de confinamiento. Una delegación de Lantxabe, la asociación de vecinos de Aiete, acompañaba a la concejala de Barrios, Maria Jesús Idoeta, en un paseo por la zona para conocer los logros y las demandas vecinales. Terminaron su recorrido en el palacio de La Cumbre. En las puertas de la parcela, los miembros de Lantxabe dieron a conocer a la edil una petición muy repetida en el barrio y especialmente entre personas defensoras del medio ambiente y los parques naturales: que el Ayuntamiento se hiciera con el control del palacio y sus jardines y los destinara a uso público, como en su día se hizo con los edificios y jardines del palacio de Aiete. Actualmente la finca se vincula a la Subdelegación del Gobierno y es propiedad del Gobierno central. Fuentes de la Delegación del Gobierno en Euskadi aclaran que en la actualidad se usa para tareas administrativas, para celebrar diferentes reuniones y está en condiciones de servir como alojamiento puntual en circunstancias concretas. Respecto a una posible apertura de la finca a la ciudadanía, afirman que «el Gobierno no se plantea ningún cambio en el uso de La Cumbre».
Ejemplo del palacio de Aiete
Los vecinos de Aiete, sin embargo, se resisten a retirar su demanda. Defienden el paralelismo entre la recuperación para la ciudadanía que en su día se hizo con el palacio y los jardines de Aiete y la que proponen para la finca de La Cumbre. «Los jardines del palacio de Aiete tienen un extensión de 74.000 m²; la parcela de La Cumbre, unos 18.000 m²; los jardines del palacio de Aiete son cuatro veces los de La Cumbre, pero esta parcela contiene dos veces y media las medidas de un campo de fútbol reglamentario», explica Félix Pérez, miembro de la asociación. Tal y como comentaron a la concejala de Barrios, los vecinos afirman que la finca apenas tiene uso, «ya que no se aprecian habitualmente tareas de mantenimiento ni servicio público alguno», dicen.
Desde Lantxabe se apuesta por su apertura al público, a semejanza de lo que se hizo con el parque y el palacio de Aiete, convertido en Casa de la Paz y los Derechos Humanos en tiempos del alcalde Odón Elorza. «Abriendo las puertas del palacio de Aiete y su entorno a la ciudadanía donostiarra se limpió el aire viciado del franquismo», dicen los vecinos de Lantxabe en su página web.
Memoria histórica
Los vecinos lo tienen claro. «El Ayuntamiento debe comprender que esta es una obligación no sólo con el barrio de Aiete, sino con toda la ciudad de San Sebastián», dicen. «Este no es un asunto de barrio. Es de memoria, reparación, justicia y uso democrático de los espacios públicos. Las y los ediles que forman la corporación municipal deberían estar a la altura del reto y ser generosos con su propia ciudad».
Reclaman para uso público una finca que se encuentra en un lugar inmejorable por sus vistas a la bahía. Se trata de una villa de estilo neovasco que tiene su origen, según se apunta en el libro ‘Villas de San Sebastián II’, de Lola Horcajo y Juan José Fernández Beobide, en una villa palacio construida hacia el año 1862.
Hay estudios que apuntan a que el origen de la edificación está en el fuerte del molino o fuerte de Pintore, por el nombre del caserío que había en ese lugar. Aiete está salpicado de un tipo de fuertes asociados a las guerras carlistas.
La acaudalada y benefactora Martina Maiz y Bagazgoitia fue propietaria de la villa que luego sería La Cumbre hacia 1880. Viuda de José Julián Blanc, que fundó en Bergara Algodonera San Antonio, Martina Maiz, al quedarse viuda, siguió unos años al frente de la empresa y después la vendió. Natural de Beasain, financió allí un hospital y tiene una calle con su nombre en la localidad. En Bergara, Maiz donó el órgano de la parroquia. Murió en San Sebastián, no tenía hijos y dejó la herencia ‘para su alma’, es decir a la Iglesia.
La Iglesia vendió La Cumbre a Rodrigo Figueroa, duque de Tovar. Su escudo aparece en la edificación de entrada a la finca. En 1944 fue adquirida para el Estado por el ministro Lequerica. Fue por una vía algo enrevesada ya que el palacio era propiedad, por herencia, de la ciudad de Tánger. El Estado español se hizo con su propiedad como pago por los derechos de herencia.
Fachadas y dependencia del palacio de La Cumbre / KUTXATEKA
Monumento
Algunas curiosidades del palacio de La Cumbre se remontan a la I Guerra Carlista. Según se cuenta en la web Historia Militar de San Sebastián, el coronel británico sir Richard Fletcher, que murió el 31 de agosto de 1813 durante el segundo asalto a San Sebastián, fue enterrado, junto con los cuerpos de otros oficiales ingleses, en el alto de Aize Errota (Molino de Viento) en la finca que hoy se llama La Cumbre y que era propiedad del duque de Tovar.
Fue erigido un sencillo monumento que durante la I Guerra Carlista fue respetado pero desapareció hace unos 50 años, a causa de las remodelaciones de la ciudad y sus barrios. En Urgull, en el Cementerio de los Ingleses, fueron colocadas varias lápidas rústicas conmemorativas de los oficiales británicos de la British Legion que lucharon por la causa cristiana en 1836, siendo colocada una más en memoria de sir Richard Fletcher. «Fue posiblemente una compensación a la destrucción de la sepultura y mausoleo originales», se apunta en la citada web.
Aize Errota fue uno de los pocos molinos de viento que hubo en Gipuzkoa. Se reaprovechó posteriormente como almacén de grano, de ahí que también haya sido conocido como Almazene. Estaba en la subida a Aldapeta, junto al edificio de La Cumbre. Vecinos como Miguel Tellería se lamentan de la desaparición de los restos del Almazene en la calle Duque de Baena. «Los distintos gobiernos de Donostia no han valorado esta memoria arqueológica», dice.
Mobiliario retirado del palacio de Miramar se guarda en La Cumbre
Buena parte del mobiliario histórico del palacio de Miramar, que se retiró por la reforma para acoger los Cursos de Verano y Musikene -hasta el cambio a su sede de Ibaeta-, está en La Cumbre. Los historiadores Lola Horcajo y Juan José Fernández Beobide reclaman su devolución a Miramar para hacer allí un museo de la Belle Époque o de la Regencia. La República se incautó del palacio de Miramar y, tras la Guerra Civil, se devolvió a la familia Real en 1941. Entre 1950 y 1954, un pabellón del edificio se convirtió en colegio-internado de Juan Carlos y Alfonso de Borbón y algunos compañeros. Cuentan que cuando el rey emérito se alojó en La Cumbre en 1981 -en su primera y convulsa visita a Gernika- dijo «estoy viendo visiones», al descubrir los muebles de su cuarto de juventud.
Ayer, tras realizar un comentario sobre La Cumbre, me encontré con este excelente artículo en el DV donde se expone toda la problemática existente frente a la reivindicación de la municipalidad del palacio y jardines de la Cumbre por parte del colectivo Lantxabe
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