El centro de salud, en la fase actual de extensión de la pandemia, tiene un papel estratégico
El sentir general es que estamos inmersos en la segunda ola de Covid-19
“Hay personas que no se sienten amenazadas personalmente por el virus, algunos no piensan que pueden actuar solidariamente protegiendo a la sociedad. Esto está permitiendo que haya una serie de casos que están ya formando una oleada”, afirman, preocupadas, conocidas personas expertas
La epidemia se extiende por los tres territorios vascos.
A nivel sanitario, el eslabón más débil es la prevención. La Salud Pública debería haber estado mejor dotada. Hay pocos rastreadores. Eso tiene que mejorar para que no se sobrecargue la Atención Primaria, y en los hospitales se pueda atender a los más vulnerables
En relación con la asistencia sanitaria primaria, es también necesario que los centros de salud estén lo más cerca posible a sus usuarios.
Y es aquí es dónde entra el titular: es urgente que el centro de salud en Aiete entre en funcionamiento lo antes posible y que Osakidetza lo asuma como gasto imprescindible.
Aiete, Donostia, necesita de este centro accesible a todos los individuos y familias del barrio.
El pasado 23 de mayo la prensa local titulada que el Edificio del nuevo ambulatorio de Aiete, está prácticamente terminado.
Se decía “Falta rematar el interior, colocar el mobiliario y el equipamiento médico y urbanizar el exterior”.
El exterior está urbanizado. Se ha habilitado la parada de los autobuses y ambulancias, y se ha construido el bidegorri en el paseo Pio Baroja, pero el ambulatorio está cerrado y sin traza de ponerse en funcionamiento.
La vecindad de Aiete, entre este retraso que no comprende y las amenazaa de la pandemia, está empezando a preocuparse.
Como se dice más arriba, a San Sebastían le vendrá muy bien que la enfermería del ambulatorio empezara a funcionar. Es una forma de satisfacer las demandas sanitarias de barrio y de aliviar la presión sobre los ambulatorios cercanos de Amara y El Antiguo.
La construcción del edificio comenzó el 1 de octubre de 2018, se fijó el plazo de ejecución en 18 meses, que terminaban a finales de marzo; pero irrumpió el maligno coronavirus y manifestamos nuestro reconocimiento a los trabajos de construcción del ambulatorio en pleno estado de alarma
En “Rematar el interior, colocar el mobiliario y el equipamiento médico” no se puede tardar tanto tiempo. Desde marzo han pasado cinco meses y Osakidetza debe decir ahora cuál es su previsión de fechas para la puesta en marcha de los servicios ambulatorios de Aiete.
Es un buen toque de atención hacia los responsables de que el Ambulatorio a nivel de ciudadanía esté en el limbo informativo sobre su fecha de apertura de funcionamiento.Estamos inundados de números de contagios, pruebas, medidas de precaución frente a la Pandemia ,etc.,pero ,desconocemos la información más importante: saber si en el otoño dispondremos de un nuevo ambulatorio que atienda a los posibles contagios de gripe y Coronavirus de los vecinos de Aite más de 15.000 ciudadanos, así como la descongestión de los ambulatorios de Amara y el Antiguo.Nuevamente la Politica va por detrás de los acontecimientos que importan.Tampoco la Prensa hace su función fiscalizadora de lo que los políticos prometen.En resumen ,nada cambia y menos después de unas elecciones.
Desbordada. Así se encuentra la Atención Primaria vasca a causa de los recortes de los últimos años. La pandemia aboca ahora a jornadas maratonianas a los profesionales.
La Atención Primaria supone la primera toma de contacto que tiene cada paciente con el sistema sanitario. «Los profesionales de Atención Primaria prestan una asistencia dirigida a promocionar hábitos de vida saludables, prevenir enfermedades y resolver la mayoría de problemas de salud de las personas. Todo ello en coordinación con el nivel hospitalario, la red de salud mental, los servicios sociales y la red de salud pública». Así es como la describe la web de Osakidetza.
En definitiva, es la primera línea del servicio de salud. Y hoy día, la primera barrera en la identificación de la cadena de contagios del covid-19.
En teoría, el personal de Atención Primaria se debía reforzar en un 10% para pasar de fases en la desescalada dirigida por el Gobierno español, pero los profesionales sanitarios ponen en duda que se haya cumplido. Una portavoz de la asociación Lehen Arreta Arnasberritzen admite que se ha contratado un grupo de enfermeras para realizar el rastreo de los contagiados y sus contactos. «Se ha visto un poco de movimiento pero todavía falta mucho; por ejemplo que aumenten el personal a nivel de Atención Primaria», indica.
Ese grupo de enfermeras es el gestor de casos de covid-19 y de sus contactos, y se han contratado para tal un fin 34 personas, mujeres y hombres. No obstante, Rodríguez remarca que hay otro centenar de enfermeros y enfermeras de Atención Primaria que, en caso necesario, acuden a ayudar a los gestores de casos, «y eso también es quitar más personal de AP de los centros de salud». La portavoz de Lehen Arreta Arnasberritzen recuerda que durante el confinamiento fueron los profesionales de atención primaria quienes se encargaron del rastreo.
Según denuncian, reducir el personal de Atención Primaria es una política que Osakidetza lleva a cabo «hace años». «Ha habido una mala previsión. Desde hace diez años estamos notando que está disminuyendo el número de profesionales, ha habido muchas jubilaciones y no se han creado plazas suficientes para cubrir esos cupos», declara la portavoz de la asociación.
Política de «tres por uno»
Edurne Ugarte define esta situación como «política de tres por uno» y dice que «este año ni eso», pues no se han sustituido las vacaciones de sus compañeros y compañeras. En Leioa, por ejemplo, en el turno matutino actualmente están menos de la mitad de la plantilla. El 50% está de vacaciones y una persona está de baja. Es decir, en un ambulatorio en la que suelen trabajar 7-8 médicos de familia por la mañana, actualmente están entre 3 y 4 personas. En Zornotza la situación es parecida según especifica Rodríguez (de 11, actualmente están 5).
Ugarte reconoce que Lakua tiene razón cuando dice que no hay sustitutos pero le acusa de haber buscado «a propósito» esta situación, «y es un criterio meramente económico». «Yo he sido tutora de residentes −eso también lo he tenido que dejar porque las condiciones eran muy malas−. Muchos de los residentes que yo he formado no están en Osakidetza porque se les ha tratado mal durante muchos años. Ahora están en las mutuas, en la medicina privada…», explica la doctora de Leioa.
Asimismo, señalan la mala gestión realizada en verano. Todos afirman que han sido obligados a coger vacaciones en verano, «anulando las vacaciones y permisos del resto del año», para el posible rebrote de otoño. Ugarte no se muerde la lengua y afirma −días antes de que Nekane Murga, la consejera de Salud del Gobierno de Lakua, lo admitiese en la rueda de prensa del jueves− «que ya estamos en la segunda ola, aunque los de arriba digan lo contrario».
«Ahora mismo muchos compañeros que llevan muchísimos años trabajando dicen que es el momento en el que más quemados están, que no habían visto algo así hasta ahora», cuenta Luis Rodríguez. En su caso afirma también que se siente con mucha carga a pesar de estar de vacaciones, con dificultades de desconexión: «Siento que empiezo a hablar del trabajo y que no paro».
«Hemos pasado mucha tensión», recalca Isabel Ezpeleta. En su caso tanto para evitar contagiarse −«porque había un compañero que tenía un familiar que recibía quimioterapia y estaban conviviendo»− como a la hora de tratar con los pacientes. Recuerda que algunos tuvieron que esperar su turno en la calle «con frío y lluvia», y cita también la visita a un pastor que le dejó marcada por la tristeza que transmitía: «‘Estoy acostumbrado a la soledad, pero no sé que me pasa’, me dijo».
Luis Rodríguez apunta que la primera ola fue «un reto», en todos los sentidos, «a nivel de equipo y a nivel organizativo». También un desafío formativo en el que echaron en falta más instrucción por parte de Osakidetza, aunque fueran unos simples mails sobre protocolos. «La primera formación oficial la hemos recibido en julio, tras convivir cinco meses con la pandemia».
El reto organizativo al que se refiere el doctor que trabaja en Zornotza se refleja en la división en los centros de salud para atender los posibles casos de covid-19 y el resto. Admite que la idea de zonificar llegó desde Osakidetza pero que luego cada centro, «cada equipo», ha tenido que amoldarse. Por ejemplo, tanto en Altza como en Leioa y Zornotza han establecido unos horarios para tratar a los pacientes de contagiados o a los posibles contagios −dada la necesidad de EPIs y de todas las garantías− y otro para las demás patologías: «Tienes que estar en dos escenarios distintos dentro de un horario laboral».
Atención telefónica
El médico o la médica debe hacer el primer diagnostico por vía telefónica, «tiene sentido para poder hacer el cribado», pero precisan que dificulta aún más su trabajo en el caso de hacer un diagnóstico al resto de patologías. Por eso, confiesan que muchas veces terminan dando cita a la mayoría de los pacientes porque tienen que «explorar» o porque ven necesario hablar de manera presencial. En este caso, Ugarte menciona otra vez la «política de tres por uno» porque tienen que atender a los casos leves de covid-19, a sus pacientes y a los pacientes de los compañeros que están de vacaciones.
«Nuestra labor es integral, conocemos a los pacientes, hemos aprendido medicina biosicosocial. Es decir, también nos fijamos en lo psicológico y por eso es tan importante la entrevista clínica, y muchas veces va más allá de las palabras», explica Ugarte, endocrinóloga que lleva trabajando los últimos 20 años como médico de familia.
Sobre esto, advierten otro posible problema que puede asomarse en otoño y, que de una forma, ya están dando los primeros indicios. «Antes mucha gente se autogestionaba una tos o una fiebre, se quedaba en casa y listo. Ahora llaman para hacerse la prueba, por si acaso», relata Rodríguez.
«Lo que va a pasar a partir de octubre es que se nos va a juntar todo lo relacionado con la epidemia de la gripe. Lo que antes era una gripe que tratabas en casa 4-5 días y te veíamos en la consulta, ahora vamos a tener que hacérselo con un equipo de protección, realizarle la prueba del covid… supone un esfuerzo mucho más grande para nosotros porque exige más tiempo atender. Va a haber muchísima gente con fiebre en la epidemia de la gripe», añade.
En la pediatría también están atentos a otoño por la misma razón. Se declaran «a la expectativa» porque en cuanto comiencen los colegios, «con su patología particular que afecta a los niños, va a ser muy complicado diferenciar de una covid-19»
«He sentido que se ha hablado mucho de UCIs, de camas de hospital, y nosotros ahora mismo, después de tres meses de confinamiento, te diría que estamos desbordados −han retomado las consultas de las enfermedades crónicas que tuvieron que ser canceladas durante meses−, estamos colapsados. Terminamos todos los días tarde, tenemos muchos pacientes y no se habla de esto, es una sensación como si pudiésemos tirar y tirar, hasta que ya no dé de si», comparte Rodríguez su malestar. Detalla que atienden entre 45 y 55 pacientes al día.
«A veces se habla de la Atención Primaria como si fuera un filtro para el hospital pero tenemos muchas tareas propias; resolvemos el 80% de los motivos de consulta, atendemos los cuidados paliativos en el domicilio, vemos a los pacientes con enfermedades crónicas cada tres o seis meses, nos coordinamos con los servicios sociales… Son tareas muy propias nuestras», cuenta.
Movilizaciones
«Es doloroso que leas en la prensa a los compañeros de Urgencias diciendo que los de Atención Primaria no atendemos a los pacientes. Intentamos hacer lo mejor con las condiciones que tenemos; si se puede mejorar, lo intentaremos y no nos vamos a callar, vamos a seguir exigiendo mejoras», relata Isabel Ezpeleta.
En Osakidetza, los profesionales de la red primaria completaron tres días de huelga en la primavera del año pasado y relatan que han logrado algo de consideración, pero nada más. Han conseguido al menos que se hable de ello. Rodríguez indica que remitieron un documento con 77 propuestas y que no se ha cumplido ni una. Ugarte, por su parte, quiere subrayar que en las reuniones «no se saca nada en claro».
Entienden que no es momento para hacer huelgas −hicieron una movilización el 4 de julio en Bilbo− pero la médica de Leioa cree que «hasta que no hagamos una huelga indefinida no nos tendrán en cuenta».