Así titulaba Noticias de Gipuzkoa, el 29 de Marzo de 2011, la propuesta de Lantxabe, que posteriormente se incluyó entre las del “Consejo de Memoria Histórica de Donostia”
Una discutible ‘investigación’ sobre la prensa de la época cuestiona que tal placa hubiera existido, pero nuestro Marcial Otegui, nacido en la calle Puyuelo, guarda memoria de este hecho.
En aquellas fechas, el 30 de marzo, la asociación de vecinos de Aiete Lantxabe organizó una charla en recuerdo del que fue presidente de la Segunda República, Manuel Azaña. El viernes 1 de abril un autobús con medio centenar de personas partiría de Donostia hasta el cementerio de Montauban (Francia), para realizar una ofrenda floral ante la tumba de Azaña.
Si Lantxabe quiso recordar el 80 aniversario de la proclamación de la Segunda República, hoy, diez años después, celebramos el 90.
En la actualidad se vive un momento político y social muy distinto y quizás mejor para reflexionar sobre el presente y el futuro del modelo de estado.
De saque, la propuesta es que se recupere la placa conmemorativa y se vuelva a colocar en el número 4 de la calle Garibay, dado que allí se firmó el Pacto de San Sebastián, acuerdo que precedió a la Segunda República.
90 aniversario. Un día como hoy de 1930 se negoció y firmó en un piso de la calle Garibay el histórico acuerdo que precedió la llegada de la Segunda República Española
Aquellos días de agosto de 1930 San Sebastián era una ciudad repleta de veraneantes. En el Kursaal, la gran atracción era la compañía de revista de Eugenio Velasco. El día 17 -domingo de cierre de la Semana Grande-, el local del Círculo Republicano de la calle Garibay, en el número 4, era el escenario de la firma de un acuerdo entre las fuerzas republicanas y nacionalistas catalanas a favor de la República, que se proclamaría tras las elecciones municipales del 14 de abril de 1931.
El año 30 había comenzado con la dimisión de Primo de Rivera y el nombramiento del general Dámaso Berenguer con el objetivo ingenuo de la Monarquía de posibilitar el regreso a la normalidad constitucional quebrada en 1923, con el respaldo de Alfonso XIII a la dictadura. El sistema estaba agotado y fue el siguiente presidente del Consejo, el almirante Juan Bautista Aznar, el que convocó unas elecciones municipales que se convirtieron en un plebiscito. La suerte estaba echada.
Pero ocho meses antes, la cita donostiarra marcaba un punto de inflexión. El anfitrión de la reunión fue Fernando Sasiain, el líder de la Unión Republicana de San Sebastián, que después de los comicios de abril sería alcalde hasta la llegada de las tropas franquistas. La cita se celebró en el Casino Republicano donostiarra, aunque inicialmente estaba prevista en el hotel de Londres, pero el sitio se cambió a última hora por una cuestión de seguridad y se trasladó a la sede de la calle Garibay, al número 4, en el primer piso. Acudieron representantes de las principales agrupaciones republicanas: Alianza Republicana, con Manuel Azaña y Alejandro Lerroux; el Partido Republicano Radical Socialista, representado por Marcelino Domingo, Ángel Galarza y Álvaro Albornoz; la Federación Republicana Gallega, de Santiago Casares Quiroga; el Estat Catalá, con Jaume Aiguader; la derecha liberal republicana, con Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura; Acción Republicana de Catalunya, representada por Manuel Carrasco; y Acció Catalana, con Matías Mallol Bosch. A título personal asistieron Fernando Sasiain, Eduardo Ortega y Gasset y el socialista Indalecio Prieto.
«El PNV no participó en el acuerdo porque en aquella época veía con recelo el anticlericalismo del republicanismo español»
JUAN PABLO FUSI | CATEDRÁTICO DE LA COMPLUTENSE
«El papel de Prieto, a título individual, fue clave para implicar al socialismo y acelerar sus alianzas con los partidos republicanos»
ANTONIO RIVERA | CATEDRÁTICO DE LA UPV
«La cita, que no se celebró en el Hotel de Londres por miedo a la Policía, reunió a los grandes intelectuales que idearon la República»
CARLOS RILOVA | HISTORIADOR DONOSTIARRA
La reunión sirvió para establecer las bases teóricas de lo que después sería la Segunda República. No hubo como tal un acta de la cita, pero se tomaron observaciones que aparecieron al día siguiente en el diario ‘El Sol’ como ‘nota oficiosa’ acompañada de ‘pormenores’. Los catalanes lograron el compromiso de la aprobación de un Estatuto.
En la cumbre no estuvo presente el PNV. El historiador donostiarra Juan Pablo Fusi explica la ausencia de los jeltzales en el contexto de su perfil conservador y católico de entonces. «Los nacionalistas vascos», sostiene, «veían entonces al movimiento republicano como una reivindicación de anticlericales, revolucionarios y masones, y solo al final se sumaron a la causa republicana frente al golpe del 18 de julio». El historiador Antonio Rivera también reflexiona sobre esta ausencia que reflejaba un desinterés de los jeltzales por el devenir de la política española, que fue muy lamentado históricamente por dirigentes como Juan Ajuriaguerra y Manuel Irujo, que lo consideraron un gran error estratégico que, además, retrasó la aprobación del Estatuto vasco hasta 1936.
El Pacto de San Sebastián certificaba el fin de la Monarquía. «Hemos dejado de estar de moda», diría de forma lacónica Alfonso XIII antes de partir con su familia al extranjero desde el puerto de Cartagena después del 14 de abril de 1931. Los proyectos más polémicos de la Segunda República no se abordaron en la capital donostiarra, porque, como reconoce Rivera, hubiera sido una fuente segura de discrepancia. En el pacto también quedaba constancia de cierta división interna en el Partido Socialista, una constante durante los años 30. Mientras, por un lado, el más izquierdista Largo Caballero llegó a defender desde la UGT cierto colaboracionismo con el sistema alfonsino, el moderado Prieto fue tajante en romper cualquier amarra con la Monarquía. «O con el Rey o contra el Rey», señaló. El papel de Prieto fue determinante en implicar definitivamente al PSOE y la UGT en el Pacto en octubre. La estrategia, no explicitada entonces, pasaba por poner en marcha un comité revolucionario que propiciase la caída de la Monarquía, con una huelga general que nunca se llegó a convocar e incluso una insurrección militar abortada por el prematuro levantamiento de Jaca, en diciembre. Otra de las propuestas del Pacto pasaba por aplicar un sistema de «responsabilidades» que consistía en una depuración interna de los gobiernos de la dictadura de Primo de Rivera. Aunque los debates sobre este asunto llegaron a las Cortes republicanas, los complejos equilibrios de fuerzas impidieron que la discusión fuera a más.
Alberto Surio
Niceto Alcalá Zamora fue uno de los protagonistas del «Pacto de San Sebastián».
Promotor del Pacto de San Sebastián, fue elegido para presidir el Comité Ejecutivo encargado de dirigir la acción republicana de la que surgiría la Segunda República, llegando a ser su presidente entre el 14 de abril y el 14 de octubre de 1931.
Tras distintos avatares políticos entre los que figuran la Guerras Civil y Primera Guerra Mundial, marchó a Argentina en 1942, falleciendo en Buenos Aires el 18 de febrero de 1949.
Sobre el Pacto de San Sebastián se ha dicho que:
: «La inteligencia de las fuerzas representadas no fue acordar un pacto electoral sino un concierto de acciones eficaces».
Marcelino Domingo: «Aquellos hombres acogieron un anhelo político y contrajeron solemnemente el compromiso de servirlo».
Dr. José Luis Munoa: «Es evidente que sin el Pacto de San Sebastián los primeros pasos de la Segunda República hubieran sido sumamente difíciles».
Indalecio Prieto: «La siguiente reunión celebrose en Fuenterrabía, en casa de Miguel Maura, y las sucesivas en Madrid, primero en el domicilio de Maura y después en el Ateneo».