El Ayuntamiento ha bajado el presupuesto de este año dedicado los haurtxokos y gaztelekus casi un 40%, comparando con el de otros años. El corona virus se ha convertido en la excusa perfecta para la clásica política municipal de los recortes y ha quitado 400.000 euros de los destinados a este modelo de enseñanza lúdica para los más jóvenes
¿Qué piensan ellos de estos centros de educación y juego? ¿Por qué se impone su reducción?. Estamos perdiendo una oportunidad para escuchar a los niños y a los adolescentes. Los niños salen débiles de salud del confinamiento, se están tomando decisiones ante la emergencia sanitaria, pero hay que meter en el radar que para tomar resoluciones concretas se deben incorporar las perspectivas de las niñas, niños y familias. Las decisiones de sesgo sanitarista, deben ser enriquecidas por las psicológicas, la pedagógicas y sociales.
Ahora tenemos más información que al inicio de la epidemia y eso nos obliga a pensar en los dispositivos institucionales que tenemos en funcionamiento. Y un elemento que debe repensarse no sólo es la escuela, es la educación en todas sus manifestaciones, las asociadas al juego también
Hay que ir hacia adelante. Estos ámbitos, en los que los niños son protagonistas, pueden ser repensados y no seguir operando desde la vieja lógica de que el niño es un objeto que recibe, sino que el niño es un actor protagónico que también debe formar parte del proceso.
En 1989, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, el primer tratado de derechos humanos específico para niños, niñas y adolescentes.
A lo largo de la historia se puede rastrear cómo la patria potestad era el conjunto de derechos de los padres sobre las personas y bienes de los hijos. El niño era un instrumento para una futura sociedad libre de vicios y se permitía el castigo físico. La sociedad ahora lo reconoce como una forma de trato intolerable. Pero se sigue pensando que los niños, al cumplir 18 años, mágicamente, se convierten en ciudadanos, y la ciudadanía es un proceso en construcción desde los primeros años.
Los adultos, no estamos preparados para que un lugar que históricamente se le ha negado las personas menores de 18 años, ahora empiece a ser reclamado por ellos. Y el gobierno municipal se basa en esas dudas para reducir estos centros de jóvenes y de niñas y niños. Los niños siguen siendo un grupo social, un sujeto, al que los adultos y las instituciones -el gobierno municipal- le seguimos negando su lugar
Hablamos en su nombre, nos colocamos en su lugar, sin que ellos nos hayan dado el visto bueno para que lo hagamos.
Hay que generar dispositivos amigables para los niños, ir haciendo que se involucren mediante formas propias. La pedagogía, lo didáctico, lo lúdico, experiencias como la de los haurtxokos y los gaztelekus, tienen mucho que decir en esto. Necesitamos pensar en mecanismos que faciliten eso y no desde la lógica adulta, que va a terminar siempre en la democracia representativa delegada, sino pensando en otras formas más genuinas, más frescas y más sanas, que tiene muchas veces los niños, las niñas y adolescentes.
A día de hoy las trabajadoras de los haurtxokos y los gaztelekus deberían estar trabajando. Así lo indican los pliegos publicados por el ayuntamiento el día 6 de agosto. Así lo afirmaba también el alcalde en rueda de prensa. Pero todavía no han empezado, ni sabemos cuándo se abrirán estos centros; quizá hasta mediados de octubre
Se quita el trabajo a los educadores de los haurtxokos y los gaztelekus, se mutilan sus servicios, y se perjudica al segmento de la población más joven que no tiene voz pero sí existencia, energía, savia, vigor.
Esta visto, que mucho cacarear, pero que hay servicios, como los de los HaurTxokos, no deben considerarlos como exenciales. Así va este país.
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