Salud o economía. ¿Es realmente cierto ese dilema?

¿No hay un término de esa ecuación que tenga prioridad en su solución? Observemos la experiencia. China, origen de la pandemia, aplicó medidas tremendamente restrictivas, primero en Wuhan y su provincia (65 millones de habitantes), luego, en el país allí donde hizo falta. Y llevan siete meses con la pandemia controlada. Con restricciones inmediatas al menor brote. Allá donde sea. Con la salud asegurada, se reactivó la economía ayudada por el Estado, primero la obra pública y la sanidad, luego las exportaciones, luego el consumo interno. Y ahora está creciendo a casi un 5%, contribuyendo a relanzar la economía mundial a medio plazo. Ciertamente, es un régimen autoritario, pero ¿Nueva Zelanda?, que, mediante medidas persuasivas, ha tenido menos de 20 muertos y ha mantenido el empleo a partir de la seguridad sanitaria. En cambio, si un país desescala por ansiedad económica antes de tiempo, sectores enteros se hunden, como el turismo, porque nadie quiere ir a pasar las vacaciones con el virus. O sea, que sin salud no hay pesetas. No hay nada en realidad.

No se puede olvidar la situación de los profesionales del sistema sanitario

Otra cosa bien distinta son las emociones.

Cojamos lo que escribe Alberto, ahora se oye mucho «total… si al final lo vamos a coger todos». El está más por jugar lo mejor que sepa las cartas que nos toquen. Lo otro atufa a fatalismo y a desconcierto, dice.

También estamos abatidos porque no podemos abrazar a nuestros seres queridos

Jóvenes y menos jóvenes nos aferramos a la expresión de nuestra alegría o al consuelo de nuestras penas como siempre lo hemos hecho los humanos.

Brainstorming, lluvia de ideas, es una herramienta de trabajo en grupo que favorece la aparición de nuevas ideas sobre un problema concreto

Los bares, las plazas, los pubs, los cafés, las cervecerías alimentan un negacionismo práctico en que lo de menos es el temor al virus, porque eso siempre le pasa a otros. De poco sirven en ese caso las llamadas a la conciencia cívica o la cobertura mediática sobre los irresponsables. Porque en el fondo aún no nos lo creemos, seguimos pensando que todo esto es irreal, que es una pesadilla de la que vamos a despertar. O una manipulación de los poderes ocultos y menos ocultos. Porque aceptarlo como una nueva normalidad se nos hará insoportable a menos que empecemos a transitar, desde ya, a otras formas de vida en que no dependamos tanto de beber juntos para poder compartir emociones.

Tal vez la exploración de múltiples formas de la experiencia o nuestra búsqueda interior o la reconexión con la naturaleza puedan ir serenando nuestra ansiedad mientras esperamos la vacuna de todos nuestros males.

Tomado de Manuel Castells

2 comentarios en “Salud o economía. ¿Es realmente cierto ese dilema?”

  1. Y el dilema entre derechos fundamentales y salud pública ¿Realmente existe para nosotros los supuestos sujetos de ese derecho?
    Luis Ángel Garrido (Presidente de lo Contencioso-Administrativo del TSJPV) es consciente de que algunas de las medidas que adoptan los tribunales -entre ellos el suyo- pueden retrasar la lucha contra el virus. “Es algo que no nos gusta”, dice. El problema, Don Luis, es otro, hay gente que se muere, hay gente que sufre infinito, hay cada vez más gente que se queda en casa, la actividad económica, social, cultural, se queda tras los muros que nos protegen del Corona Virus
    No es el momento de hacer algo que no le gusta a usted; es el momento de la responsabilidad y no el del protagonismo, no necesitamos ‘jueces estrella’, necesitamos imaginación y respaldo al sistema sanitario.

  2. El mensaje de Urkullu, difundido a través de una de sus redes sociales en plena noche de Reyes, es una demostración de que al Gobierno Vasco no le interesan los terribles efectos de la pandemia, sino que le preocupa la hemorragia de votos. La renuencia institucional a adoptar medidas populares contra la pandemia, al servicio de los que mandan de verdad -los lobis de la hostelería, la banca, la industria- pretendiendo trasladar la responsabilidad a la ciudadanía, ha traído consigo el actual desastre sanitario y los distintos poderes públicos concernidos no pueden exonerarse ahora ¡Dejen de jugar a las vacunas!.

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