Ayer se desalojó y a partir de hoy pueden entrar las máquinas para derribar el caserío. La propiedad del caserío Txanpuene, que se encuentra en litigio en el Tribunal Constitucional, ha sido desalojado cuando aún no ha salido la sentencia. El alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, ha explicado que han actuado «dentro de la ley» porque «los propietarios ganaron el recurso presentado«. (Los propietarios de la parcela son las inmobiliarias Neinor SL, Renteria SL e Irunesa SL).
Consecuencia, los inquilinos del caserío no podrán volver a entrar en Txanpuene y las empresas inmobiliarias tendrán plena libertad para circular por los terrenos y derribar el caserío.
Como saben los lectores, Txanpuene está situado en el barrio, en el número 57 de la calle San Roque, y el Ayuntamiento de San Sebastián quiere derribarlo desde hace tiempo para llevar a cabo el proyecto urbanístico de Arbaizenea: está construyendo viviendas de lujo y previsto construir el parque Txanpon Enea. Los actuales inquilinos del caserío acudieron a los tribunales en 2016 para impedir el derribo del caserío por las empresas inmobiliarias que están llevando a cabo el proyecto urbanístico de Arbaizenea: Neinor SL, Renteria SL e Irunesa SL. El juzgado donostiarra sentenció inicialmente a favor de los inquilinos y admitió que éstos se habían convertido en propietarios del caserío con el paso del tiempo. Pero las empresas presentaron un recurso y la Audiencia de Gipuzkoa les dio la razón. De este modo, el caso ha llegado al Tribunal Constitucional español y la sentencia sigue sin salir.
En estas páginas de Lantxabe venimos denunciando la hipótesis del derribo, aportando soluciones complementarias al proyecto de ’parque Txanpon Enea’ en Arbaizenea, como es convertir Txanpuene en museo del agua.
La asociación Ancora pide que se proteja el caserío
Los vecinos de Amara también han celebrado el Txanpuene Eguna en defensa del caserío.
Los inquilinos del caserío, esta misma mañana, están haciendo los trámites necesarios con el Gobierno Vasco y con el Ayuntamiento, para que el baserri no se derribe
Nota.- Hemos utilizado el pasado reportaje de Mikel Elkoroberezibar publicado originalmente en Hitza
Quisiera dejar constancia de que la mayor parte de lo que aquí se dice es falso, quizás por desconocimiento o por mala intención de quien escribe. Los hermanos Etxabe jamás han vivido en el caserío. Fueron sus tío quienes lo habitaban y quienes propiciaron la venta del caserío a un primo suyo que era entonces gerente de Inmobiliaria Rentería. Cuando fallecieron, los Etxabe pidieron permiso a su pariente para guardar allí unas ovejas con la promesa de irse cuando comenzara la construcción de las viviendas. Sin embargo, encontraron unos abogados que les prometieron sacar mucho dinero al primo de su tío y fueron a juicio, perdieron y ahora quieren vengarse pidiendo el mantenimiento de un caserío que nunca les ha importado un bledo. Son unos estafadores tanto ellos como su abogado. Eso sí, tienen muchos contactos en el mundo de la política y del periodismo. Los terrenos no valen 20 millones ni por asomo, a lo sumo 2,5. Y además, con su pleito a Inmobiliaria Rentería han paralizado la construcción tb a las otras dos promotoras sin causa alguna; por lo que durante 5 años esas dos promotoras han tenido unas pérdidas considerables sin haber tenido ninguna relación con el caserío ni con los Etxabe. Simplemente tenían unos terrenos cercanos al caserío y los Etxabe han pedido la paralización de todo el ámbito, causando un daño irreparable y que ahora deberán pagar económicamente.
Otra triste noticia sobre nuestro patrimonio. El caserío está intacto por dentro, sin reformar, por tanto el interior es de interés también. Si llegara el caso, ¿no podría construirse alrededor y dejarlo? Cada vez San Sebastián se parece más a Benidorm, con bloques de cemento sin caractec
Nadie pretende retrotraer ‘Donostia a las murallas’. Eso lo dicen los que especulan con el suelo y el patrimonio de todos los donostiarras. Se pretende salvar los caseríos, villas, edificios, esquinas representativos. Si los gobiernos municipales hubieran tenido cultura urbanista, Donostia sería un modelo de ciudad ‘art deco’ como Riga, por ejemplo (¿Alguien duda del acierto de haber conservado los edificios principales de la Calle Prim o del Bellas Artes o el detrás de los cines Principe en la calle Aldamar?).
Esas afirmaciones marxistas que hablan del patrimonio de todos me ponen los pelos de punta. Hay edificios que sí merece la pena conservar y otros que no. Por desgracia, la alta calidad arquitectónica se da en pocos edificios. Y los edificios buenos sí que están protegidos por el Plan General. Desde luego, Txanpuene no era un ejemplo de edificio a conservar, porque era una castaña de edificio.