Una de las características de los Ciclos de Literatura y Cine de Lantxabe, consiste en configurar un club de lectura de novelas canónicas, muy abierto y participativo. Muchos de estos relatos resultarán adaptados al medio escénico y especialmente al cine.
Sin ir más lejos, el pasado jueves 14, tuvimos la tertulia-presentación de la vida de Carson McCullers y su primera novela, ‘El corazón es un cazador solitario’, gracias a la cual se ganó el apelativo de «niña prodigio de la literatura americana»; es un relato extraordinario que se publicó en 1940, cuando la escritora tenía 23 años.
En la entrada anterior, Lola Arrieta, artífice de estos ciclos, realiza un comentario ad hoc
El año 1968, Robert Ellis Miller lleva la novela al cine, con Alan Arkin y Sondra Locke, como actores
En 1941, McCullers publicó ‘Reflejos en un ojo dorado’, que fue trasladada al cine en 1967 -año de la muerte de Carson-, por su gran amigo John Huston. En el reparto encontramos a Elizabeth Taylor y Marlon Brando, por lo que se deduce que la Warner Bros apostó a fondo por este film.
En otras ocasiones, ante una gran novela -o no tan grande- es otro el medio escénico que se elije para su adaptación
El pasado sábado 9, en el Vitoria Eugenia, se pudo ver, en versión teatral, la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo. Mario Gas fue el encargado de llevarla a escena. A Mario le salió una obra bordada
Pues bien, hace unos años, precisamente en 1967, Carlos Velo en vez de llevar la novela de Rulfo al teatro, la portó al cine
El 8 de noviembre de 2013, en la Casa de Cultura, vimos el film; el día anterior, jueves, tuvimos en tertulia la genial novela del escritor mejicano.
Mario Gas y Carlos Velo logran que fluya todo el misterio y la poesía de la novela y saben conjugar capacidades interpretativas de los espectadores para ponerlas al servicio de un texto tan complejo como ‘Pedro Páramo’.
Lo curioso es que película y teatro tienen el mismo metraje: 100 minutos
La importancia alcanzada por el lenguaje audiovisual nos lleva a dar por buena esa máxima según la cual una imagen vale más que mil palabras. Pero en esta experiencia ‘de ciclos’ de Literatura y Cine en Aiete, hemos visto, debatido y aprendido, que una palabra escrita también vale más que mil imágenes. La imagen es algo concreto pero la palabra evoca, y como tal genera una imagen o una reflexión, o una emoción, en la mente de quien la percibe durante la lectura. Por otra parte, el lenguaje puede ser un depredador de ideas pero también es la máxima herramienta de comunicación que tenemos.
El círculo virtuoso de estos ciclos novela-cine (o teatro) nos ha enseñado a leer, a escuchar y a no concluir tan fácilmente que la palabra es algo obsoleto frente a la imagen a la hora de evocar el mundo actual (o el mundo pasado). La palabra, la novela, la literatura es un elemento de la transmisión sensorial, sin artificios.
El ciclo con el que se cierra el aciago 2020 e inicia el incierto 2021, está dedicado a la música, ‘Musika gure laguna’, novelas y películas en las que la música juega un papel protagonista.
El pasado jueves tuvimos la tertulia sobre El corazón…; el viernes se proyectó en formato Cine-Forum “Sonata de Otoño”. Ambas son obras maestras y la música forma parte de su argumento. En la novela de Carson, ‘Mick es la niña que sueña con ser algún día una famosa concertista de piano’, como sucedió con la propia autora. En la pelicula, Charlotte -Ingrid Bergman-, la madre, es una famosa concertista de piano y Eva -Liv Ullmann-, la hija que quiere aprender a tocar como su madre; siete minutos de film en que, primero la hija y luego la madre, interpretan el preludio número 2 de Chopin. En la banda sonora escucharemos a compositores como Jean-Sébastien Bach, Georg Friedrich Händel o al propio Frédéric Chopin
El corazón…y la Sonata.. dejaron epatadas a las personas que habían leído la novela y asistieron a la presentación de Lola. En un sala plena, [50 sillas por la limitación de aforo; varias personas se quedaron fuera sin poder acceder a la proyección], las que pudieron entrar disfrutaron de la magistral obra de Ingmar Bergman con Ingrid Bergman y Liv Ullmann. ‘Sonata de Otoño’ es cine sí, asimismo película esencial, pero es también teatro, literatura, poesía, y estos ‘ciclos’ se amplían con las diversas formas de creación artística (música, pintura, viaje)
Ingrid Bergman y Liv Ullmann, nos dejaron ayer dos de las actuaciones más intensas y reales de todas las hemos visto a lo largo de estos años. El duelo interpretativo no para de crecer y crecer, superándose ambas con cada nuevo diálogo que ofrecen. Con ellas el filme alcanza el máximo cielo. Salimos de la Casa de Cultura (10 años hacía de aquella primera película proyectada en el estrenado salón) en la creencia de que es una de los mejores que se han proyectado en estos ciclos.
Ellas interpretan, teatralizan, Ingmar Bergman escribe el guión (pura literatura) y dirige una historia que es contada de forma simple, pero detrás guarda un sinfín de matices; Ingmar saca a relucir lo mejor de sus actrices, y sabe cómo imprimir el drama con esos primeros planos de gran intimidad y poder emotivo.
Estas experiencias vividas tan intensamente por cientos de personas a los largo de estos 15 años (primero en el Topaleku y Katxola, desde hace 10 años en la Casa de Cultura), 130 novelas canónicas, 130 películas agrupadas en el mundo de la excelencia, horas de estudio y debate, de emociones compartidas, -15 viajes culturales distribuidos por los confines de Europa- han creado un background en la ciudad -y no sólo en Aiete, porque el club agrupa a personas de todo Donosti, incluso de la región de Donostialdea-, ‘los ciclos de literatura y cine’ han fundado un conjunto de conocimientos y experiencias que trasmiten cientos de participantes a lo largo de década y media, que constituyen un bagaje cultural en la ciudadanía donostiarra, que harían bien en tener muy presente las personas con responsabilidad en el mundo cultural de la ciudad.
Quizás las personas que viven de la cultura en San Sebastián tienen la piel de elefante