Arte inspirado en la literatura

Presentación para la tertulia de ‘El Hombre Invisible’ de Ralph Ellison,

La literatura se traslada a otras perspectivas del arte como alberga y demuestra el Ciclo de Literatura y Cine de Aiete

Hay guionistas, directoras y directores de cine, compositoras y compositores, ‘escritoras y escritores musicales’, que han creado sus obras inspirados en las novelas más bellas y fantásticas.

El último Ciclo de Aiete viene dedicándose a ‘escritoras y escritores musicales’ [Musika gure laguna]; el próximo acto, en Marzo, lleva como título ‘Ravel’ de Jean Echenoz (Maurice Ravel, compositor vasco, nacido en Ciboure, el 7 de marzo de 1875); el de ayer ‘El Hombre Invisible’ de Ralph Ellison, está recorrido por el Jazz de Louis Armstrong (Lola recomendó escuchar su ‘What Did I Do To Be So’ citada por Ellison en la novela) o Duke Ellington.

El ‘fotoconceptualista’ canadiense Jeff Wall ha creado una fotografía, cuidadosamente planificada, como si fuera una escena de película, con pleno control de todos los detalles, basada en el prólogo de ‘El Hombre Invisible’ -editado íntegramente en euskera en estas páginas- que se expone en una sala del MoMA de New York

De la guía del MoMA

De la literatura al cine, a la música, a la ópera, la pintura, la fotografía…

En esta ocasión la novela de Ralph Ellison, que vivimos en la velada de ayer en la Casa de Cultura, ha sido la inspiración de Jeff Wall.

En la obra de Ralph Ellison se retrata la historia más intensa sobre las problemáticas de un hombre afroamericano durante la mitad del siglo XX. Pues bien, en el comentado y deconstruido prólogo hecho por Lola Arrieta en la tertulia de ayer, se describe un sótano simbólico con 1369 ampolletas de luz encendidas gracias a una corriente de energía conectada de forma irregular, y Wall interpretó lo escrito por Ellison; cómo lo han hecho otros artistas, críticos y lectores, o como ayer, en una lectura propia, lo hicieron los que se juntaron en el centro cultual.

Es necesario leer detenidamente el libro, distinguir sus partes simbólicas y realistas, recomendaba la impulsora de la tertulia, para entender el libro de Ralph y la fotografía conceptual de Wall.

El prólogo de la novela se inicia así ‘Soy un hombre invisible. No, no soy uno de aquellos trasgos que atormentaban a Edgar Alan Poe, ni tampoco uno de esos ectoplasmas de las películas de Hollywood. Soy un hombre real, de carne y hueso, con músculos y humores, e incluso cabe afirmar que poseo una mente. Sabed que si soy invisible ello se debe, tan sólo, a que la gente se niega a verme. Soy como las cabezas separadas del tronco que a veces veis en las barracas de feria, soy como un reflejo de crueles espejos con duros cristales deformantes. Cuantos se acercan a mí únicamente ven lo que me rodea, o inventos de su imaginación. Lo ven todo, cualquier cosa, menos mi persona’.

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