Manuel Matxain y Pedro Lazkano, el juego de bolos en Aiete

Manuel, Marian (hija de Manuel), Pedro, Xabier (hijo de Pedro): ¾ de siglo de siglo separan las imágenes. Una misma idea las une: inauguración del Jolastoki/inauguración del nuevo Bolatoki (2015)

El barrio de Aiete (y San Sebastián) han sido una lugar de bolos. Mirando atrás, este juego tiene tradición entre nosotros. En el siglo pasado había una gran afición. Ahora se está rehaciendo la bolera en Herrera. La de Aiete está en proceso para dotarse de una cubierta contra la lluvia y el temporal. Donostia tiene cinco boleras. Y ese juego tradicional tiene sus propios héroes.

Pedro Lazkano y Manuel Matxain fueron artífices del juego de los bolos en Donostia y Gipuzkoa.

Sorolla es nuestro tercer protagonista

El artista frecuentaba el País Vasco. En 1914 se acercó a San Sebastián ypintó «el juego de bolos, Gipuzkoa» para representar al País Vasco en la Hispanic Society de Nueva York.

Una cuarta referencia, esta vez en Donostia, es Peña Gantxegi. Arquitecto y urbanista, realizó un importante proyecto en la plaza de la Trinidad de San Sebastián en 1963 y basó su proyecto en dos ejes fundamentales: el frontón y la bolera ya existentes

La plaza de la Trinidad «era una especie de plaza del pueblo», con el deporte rural como base. Sin embargo, desde la década de los 90 el declive ha sido palpable y ha perdido esa personalidad especial debido a las polémicas intervenciones que se han llevado a cabo en la zona

Desde esas fechas la plaza de la Trinidad viene sufriendo un incomprensible proceso de degradación, incomprensible porque se trata de una de las obras capitales de la arquitectura vasca de la segunda mitad del siglo XX. Empezaron instalando una cancha deportiva en el espacio central, para lo cual fue necesario cambiar el pavimento existente, siguieron cerrando con cristales los huecos a través de los cuales el interior de la bolera se comunicaba con el exterior, luego vino el cierre del acceso a la plaza desde el callejón-vestíbulo con una verja de hierro, además permitieron la instalación en sus laterales de dos terrazas cerradas para los restaurantes cercanos y unos urinarios…; la última fue el derribo de un edificio (el pabellón Aranzadi) situado entre el monte y la iglesia de San Telmo, que cerraba con prestancia neo-renacentista el espacio urbano en ese sensible punto concreto que ahora ha quedado abierto y por el que asoma una construcción evidentemente moderna.

En fin

Como en todas las historias, la de los bolos ha tenido sus propios titanes.

Pedro con Apo, de la ACD Aiete

Pedro Lazkano es uno de ellos. Nació en Altza a finales de los años 40 y murió en marzo del año pasado a las puertas de la pandemia, días antes de decretar el estado de alarma. Tenía 71 años.

Lazkano presidió la federación guipuzcoana de bolos y toca. Aquello era mucho más que una imagen institucional. Ha sido una figura fundamental de los bolos. Era su alma en todas partes, su relación con las boleras de Gipuzkoa, permitía que éstas estuvieran vivas. Organizaba tiradas. Su hijo, Xabier, es un digno heredero

Xabier y Pedro, en una postura típica,en el momento en que el bolari hace su tirada

Tanto los días laborables como los fines de semana se dedicaba al cuidado de las boleras donostiarras. El Bolatoki de Aiete está al aire libre pero por poco tiempo, en el lugar no se pueden organizar campeonatos en él, pero ya tiene el proyecto aprobado para su cubierta, como resultado del apoyo y el voto popular de la ciudadanía del barrio.

Lazkano tenía muchos cuidados para con el de Aiete; al no estar cubierto, el deterioro era mayor y necesitaba más tiempo para poder atenderlo. No se quejaba; al contrario, era una felicidad verle trabajar. El decía «vengo cada dos días; quito las hojas y la suciedad, se iguala la tierra, se echa un poco de arena, se hace el camino que han de recorrer las bolas bastante fácil y no quiero que nadie me ayude».

En 2016 los vecinos recuperaron la bolera de Aiete. Y en su homenaje, le pusieron el nombre de Manuel Matxain, otro titán, ‘plaza-gizon’, bolari, tokalari, korikalari, bertso paper, tertuliano, gran persona

En la época de los años 30, Aiete era un barrio rural. A pocos minutos del casco urbano, la colina de Amara-Lugaritz, era zona de caseríos. Matxain bajaba y subía corriendo a la fábrica de baldosas y al principio se hizo famoso por el juego de toka. En este juego, el tanto se anota cuando una pieza toca la barra de la toka y en cada partido se tiran 6 veces, 6 fichas, total 36 piezas. Matxain, llegó a tañer 32 veces la chapa de hierro, un récord insuperable, que le dio prestigio internacional, y fue a hacer una exhibición al mismo Japón.

Era invencible. Aprendió a jugar a los bolos en el presidio, ya que estuvo cautivo en la cárcel tras luchar por la República durante la Guerra Civil española.

También era korikalari. De joven corrió en la gimnástica de Ulía, y en el cros de Lasarte, con Mamo Wolde.

Manuel muestra una foto con Mamo Wode, recuerdo de aquella competición
En el poemario Uste Gabean se reogen sus bertsos

Comenzó la actividad como bertso papera a mediados de los 60. En 1965 realizó una apuesta con un amigo a que mandaba unos bertsos al certamen de Euskaltzaindia. Los envió y ese año de 1965 logró el segundo premio. Se trataba de unos bertsos sobre la Virgen de Arantzazu. A partir de entonces ganó muchos certámenes de esta modalidad literaria. Ese mismo año de 1965 ganó el Xenpelar de Errenteria (Gipuzkoa), por unos bertsos sobre el poeta y fraile franciscano Salbatore Mitxelena, recién fallecido entonces. Volvió a hacerse con el Xenpelar en 1967 con un trabajo sobre el guerrillero Che Guevara.

Fue homenajeado, junto a otros siete bertsolaris, en el Bertsolari Eguna de San Sebastián de 1994.

Matxain siguió practicando el juego de bolos y los 75 años quedó campeón de Gipuzkoa en esta modalidad.

Y tertuliano. En la foto con varios amigos, en la tertulia ‘Egizaleak’

Paseos a Orillas de Mar (Sorolla)

Respecto al juego de bolos en Aiete nos encontramos con el tercer ilustre: el pintor Joaquín Sorolla

En sus lienzos se pueden encontrar Donostia, Zarautz, Bidart y otros pueblos de la costa

Para representar al País Vasco, en la Colección de la Hispanic Society of America, que reúne 14 paneles pintados por Joaquín Sorolla, cuyo fin era decorar la biblioteca de esta institución americana con sede en Nueva York, Joaquín Soroya eligió, en un marco rural vasco, una escena del juego de bolos con el monte Igueldo al fondo, y lo tituló “Los bolos, Gipuzkoa” -se puede ver el cuadro al inicio de estas letras-

En el lienzo aparecen un conjunto de baserritarras apostando en un juego de bolos. Un joven se ha subido encima de un pequeño escalón para asegurarse de que nadie hacía trampas, pero le distrae de su deber la joven muchacha que está sentada en el mismo murete. Ella aparece en la escena con la clásica marmita. En un segundo plano, vemos un carro varado.

Pedro Berriochoa en su libro ‘Aiete: Caseríos, Casas y Familias’ -que se puede consultar en esta web- escribe

Casa Antoniene

Esta joven mujer, 17 años en ese momento, es la madre de las hermanas Lopetegi, que viven en la casa azul clarito Antoniene, próxima a La Cumbre, frente a la antigua tienda de los Amuchastegi. Las hermanas Lopetegi andaban por los 90-95 años en el momento de hablar con Pedro y le relatan los recuerdos de la amá que posó para representar a la joven del cuadro, en las fases finales de la pintura. Ella tenía que acudir cuando le llamaba Sorolla y, nos dicen, se aburría soberanamente. El lienzo se pintó en la terraza que tenía vistas a la bahía. Era una pose que no le gustaba nada. También dijo que los otros modelos eran los hombres que trabajaban en los diferentes caseríos del barrio.

Fachada sur de Munto. Invierno. Plataneros de hoja caduca
Mesas y bancos de piedra en la terraza de la sidrería

Sorolla se esmeró muchísimo en pintar una geografía que representara la esencia del País Vasco, y además, para representar el clima optó por la representación de nubarrones preñados de lluvia que complementan los troncos y las hojas verde oscuro de los plátaneros medio escondidos -típicos de sidrerías como Munto- que imprimen al cuadro un ambiente pesado.

En cuanto a los estereotipos psicológicos a los que recurrió Sorolla, el pintor hace un guiño humorístico y presenta a los hombres concentrados en sus apuestas en un juego de bolos e ignorando completamente (a excepción de uno) la belleza de la joven muchacha.

En cuanto al color, al artista se mueve en gamas más tenues, menos contrastadas, donde se entabla una solidaridad cromática entre la camisa y el pañuelo de la mujer y la brillante camisa del jugador de bolos, entre el rojo de la falda y el rosa de la camisa del chiquillo.

El cuadro es una demostración, por parte de Sorolla, de su conocimiento de la cultura clásica y de ahí la posición del que lanza la bola, tan semejante al Discóbolo de Mirón, o bien la actitud de Kouros que posee el joven que mira a la mujer.

Otras versiones cambian de ‘punto de foco’ y de joven

La escena de los bolos transcurriría en el bolatoki del caserío Munto (recientemente derribado, en su lugar la plaza de los manzanos), pero la vista tanto del valle como de Igeldo están pintadas desde una zona cercana con vistas a Igeldo, [¿Paseo de Aiete, antigua caserío Santa Teresa, villa Antoniene, al borde del paseo de Aiete?], desde allí se vería el entonces verde valle que actualmente ocupa el paseo Pío Baroja.

En la clásica sidrería Munto, el juego de bolos y de toka, eran muy populares y fue dónde Matxain, vecino del caserío, hizo sus primeros lanzamientos

En una entrada de esta web fechada el 18 mayo 2013 se dice que es una vista tomada dese el emplazamiento del viejo caserío Katxola (antes de su traslado) -puede ser una licencia del artista, algo habitual- , desde aquel lugar no se ve el monte Igeldo, aunque la apuesta por Katxola cuenta con la ratificación de la la familia Erdozia (carnicería en la calle Easo 63, Donostia). En efecto su dueño confirmaba a esta publicación que el pretil donde está sentada la aguadora pertenecía al antiguo caserío Katxola, situado al borde del paseo de Oriamendi. El bolatoki sería el de este caserío.

Los que mantienen que el bolatoki pertenecía al Santa Teresa, argumentan que el caserío, a principios del siglo pasado, era el centro de las fiestas de Aiete, la sidrería más activa y tenía su propia bolera.

El pretil de la aguadora existía también en las proximidades de la sidrería

Respecto a la personalidad de la joven del cuadro, en estas mismas páginas, ha escrito una persona, Arantza Zamora, que se reconoce como nieta de la lechera que pinta Sorolla.

Cuenta que “Es mi amona. La madre de mi aita. Se llamaba Joxepa Arriaran Echeverria. En el cuadro tiene 17 años. Según me cuentan alguien del barrio que fue «a las américas» estuvo en Nueva York, coincidiendo con la exposición, compró una postal donde aparecía el cuadro y se la mandó a la amona.

Según mi ama, el lienzo está pintado en el Caserio Munto, en el Bolategi que había junto al bar. Las vistas de Igeldo no cuadran desde Munto por lo que efectivamente Luis Mari Flórez Sorolla hizo una ‘especie de pinto-shop’

La amona era de Aiete, del caserio Erramundegi. (Este caserío estaba muy cercano al actual emplazamiento de Katxola). Solían ir a ver cómo jugaban a los Bolos y debió de pillarla allí mismo con la marmita de leche”.

En el Bolatoki de Aiete las hierbas largas hoy son la huella más dominante. Desde que estalló la pandemia, no se ha podido jugar a los bolos. La bolera sigue viva, en mal estado, pero viva. Ahora bien, si Pedro estuviera entre nosotros, lo veríamos adecentar el campo.

Lantxabe tenía -y sigue teniendo en cuanto las condiciones sanitarias lo permitan- tenía y tiene, puesto su empeño en la creación de varias escuelas de deporte rural en relación con los colegios del barrio: Pelota, Bertso, Pelota, Bolos y Korrika.

Saigots, campeón infantil
Elena Aldaz, trofeo Manuel Matxian, categoría femenina, junto a Xabier y Begoña, saluda a Marian

Ha adquirido el compromiso en enseñar a niñas y niños a jugar a los bolos para que no se pierda la tradición. En un mundo dominado por el fútbol, tenemos nuestros propios héroes: Manuel Matxain y Pedro Lazkano

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