El Paseo doctor Marañón, el bidegorri, los cambios en el transporte público, marquesinas en las paradas de los autobuses… DonostiTik repasa con Félix Pérez, de la asociación vecinal Lantxabe, que cumple 20 años, los puntos ‘calientes’ de un barrio crítico con la actividad institucional
El año que viene Lantxabe, una de la asociaciones vecinales más activas de Donostia, cumplirá 20 años. Félix Pérez, miembro del equipo directivo, es también el principal responsable de que la web del barrio de Aiete sea cada vez más visitada y se haya convertido en termómetro (crítico) de la actuación institucional en la ciudad. “Una asociación de vecinos debería ser vista como una ayuda para detectar los problemas reales de la gente, pero nos cuesta mucho encontrar el diálogo con los equipos del gobierno”, afirma.
¿Cómo surgió aquel primer encuentro de vecinos en diciembre de 2002?
Recuerdo que vino gente de todo el barrio. Desde La Cumbre al Alto de Errondo pasando por Puio/Lanberri, Etxadi, el Paseo de Oriamendi y Pagola, Bera Bera y la zona central de Munto. Vinieron el párroco Pedro Albizuri, hoy jubilado, y las monjas de Puyo con sus tocas, que le daban un aire exótico muy curioso a la reunión.
¿Por qué surgió?, porque las autoridades municipales no tenían en cuenta a Aiete, que está en una colina, que ha sido de los últimos espacios de la ciudad en construirse y que además está considerado un barrio dormitorio para vecinos con recursos económicos altos (leyenda urbana). Y nosotros queríamos los mismos servicios y equipamientos que los demás barrios: una escuela pública, un ambulatorio, una casa de cultura…
Pues todas esas reclamaciones están cumplidas…
Sí, pero faltan otras. De aquellos inicios recuerdo que en 2006, con los primeros presupuestos participativos, en la asamblea de barrio la mayoría de los votos respaldó la propuesta de hacer la Casa de Cultura en el Palacio de Aiete. El entonces alcalde Odón Elorza quería que se hiciera en la plaza Hiru Damatxo, donde ahora está la escuela pública, pero nosotros insistíamos en que fuera algo más ‘céntrico y simbólico’. Nos apoyó mucha gente.
¿La casa de cultura ha sido el principal hito para el barrio?
Puede considerarse así. Además a partir de ahí logramos salvar el ‘mítico’ caserío Munto con la ‘plaza de manzanos de Munto’.
El ambulatorio y el funicular que nos une con la zona llana de la ciudad también han costado años. Por cierto que durante los primeros meses el funicular fallaba muchísimo, al principio eran los vándalos, pero después era ‘el mecanismo del ascensor’ el que no funcionaba. Parece mentira. Igual que ha ocurrido ahora con Hondalea en la Isla Santa Clara. En todo caso es esencial para que el barrio esté comunicado en bicicleta con el resto de la ciudad.
¿Cuáles son las principales reivindicaciones de Aiete a día de hoy?
El Paseo del Doctor Marañón está literalmente hecho unos zorros. Cuando entró Juan Carlos Izaguirre a la Alcaldía había ya un proyecto sobre la mesa, luego llegó Eneko Goia y no logramos que nadie haga nada. También seguimos muy interesados en impulsar el caserío Katxola como centro de interpretación del bosque de Miramon, donde nosotros ya organizamos visitas guiadas con grupos escolares del barrio. De hecho con un proyecto de Lur Paisajistak y Lantxabe se han plantado 150 robles y 251 manzanos que abastecerán Katxola de manzanas para hacer sidra.
Por otro lado el Ayuntamiento tiene el compromiso y el presupuesto para hacer la segunda fase del bidegorri, desde el inicio del paseo Oriamendi en la ‘rotonda de las Jesuitinas’ hasta la glorieta de Pagola y Erramunene. Y hay que recordar la tercera fase que ya votó la ciudadanía donostiarra en los presupuestos participativos de 2018 y que lleva el bidegorri desde el ambulatorio hasta La Cumbre.
También hemos propuesto poner en valor el monte Oriamendi y hay muchas más necesidades: falta iluminación en los paseos del barrio, se echa en falta una cubierta en las plazas del barrio como las de Hiru Damatxo y Etxadi, etc. Y ahora tenemos el problema del final de la concesión para los autobuses de Garayar. El G1 era una línea que prestaba un servicio muy apreciado cada cuarto de hora. Ahora es caótico y cada media hora.
La página web de la asociación es muy reivindicativa y en ocasiones con asuntos delicados como la expansión del parque tecnológico frente al bosque. ¿Cómo es la relación con las instituciones?
En los últimos meses hemos notado que los diferentes departamento municipales, unos más que otros, hacen oídos sordos a nuestras propuestas. Es como topar con una pared de frontón. Quien más pierde es la ciudad. Una asociación de vecinos debería ser vista como una ayuda para detectar los problemas reales de la gente, pero nos cuesta mucho encontrar el diálogo con los equipos del gobierno.
¿Es Aiete un barrio poco conocido para los donostiarras?
Quizá sí, pero ¿hay algún barrio donostiarra más bonito que Aiete? Los jardines, el palacio, la casa de cultura, el bosque de Miramon… En el bosque se ven cárabos, ruiseñores, gorriones, ardillas, erizos, conejos… Y otro tesoro es Puyo, una atalaya desde donde se divisa una bellísima ciudad.
Volviendo al bosque, técnicos de Aranzadi han venido estos días para estudiar el lavadero de la erreka Pakea, aguas arriba del pequeño estanque. E históricamente el barrio también es muy interesante. Las guerras carlistas dejaron una huella de destrucción importante porque Aiete fue un campo de batalla entre carlistas y liberales.
Hablando del bosque de Miramon me viene a la cabeza el anfiteatro, prácticamente sin uso.
Es un teatro, en realidad, por la forma. Y tiene una curiosa historia unida a la del estanque que está allí mismo. Está hecho con cálculos milimétricos, lo supimos cuando Lur Paisajistak hizo un trabajo sobre esa zona. La construcción es un encaje de piezas, cada una distinta de la otra, una verdadera labor de orfebrería que le costó a la caja de ahorros mucho dinero. La idea era que fuera un mirador para el estanque, que según se pretendía iba a ser enorme. Nada de eso ocurrió, claro, y así se quedó.
Queremos que el teatro tenga, además de la actividad que propone Lantxabe, conciertos de la Quincena Musical, del festival de Jazz, etc. Pero serían necesarios algunos arreglos.
La infancia en Aiete es maravillosa, como la de un pueblo. ¿Y para hacerse mayor qué tal es el barrio?
Tiene en contra su situación, alejada del centro cultural y de servicios. Los horarios de los autobuses se cierran a las 22 y para asistir a conciertos, cines, teatros… se depende mucho del autobús. Pero por otro lado es un barrio tranquilo, ideal para la vida familiar, es una zona libre de ruidos y tiene cerca la naturaleza.
¿Y de salud qué tal está Lantxabe?
Tuvimos que dejar de reunirnos por la pandemia, como todos. Pero volveremos y seguimos organizando actividades. Cada componente de la junta directiva sigue haciendo su tarea. El ciclo dedicado a la literatura y el cine, decano de la ciudad, ha continuado de la mano de Lola Arrieta. Las fiestas, cuando se pueda, de la mano de los jóvenes. Nos falta, quizá, lograr relevos para la asociación que tengan una visión general del barrio.
Por Amaia Eguizábal
16 julio, 2021