Para mí, Luis de Pablo era un nombre en libros, partituras y discos; un ente, casi onírico, que admiraba en la distancia, demasiado grande como para imaginar lo que sucedería tiempo después. Gracias a los trabajos académicos que culminarían en mi tesis doctoral, pude emprender un viaje junto a él que me confirmó lo excepcional que era. Su pensamiento abierto, su curiosidad sin límites y su generosidad a la hora de transmitir conocimientos y dar valiosos consejos eran mastodónticos. Nunca tenía prisa en acabar una conversación, una revisión de una partitura mía o un análisis de cualquier otro compositor, hasta que el tema quedaba profundamente tratado; siempre con la elegancia -y deferencia- de suponer en su interlocutor un conocimiento tan profundo como el suyo con su característica apelación «como sabrás…» o su coletilla: «¿Verdad?».
El intimar con su obra y su persona cambió por completo la forma de pensar mi música: sin ningún tipo de imposición, todo lo contrario. Su acercamiento a la melodía, la voz y el texto han sido imprescindibles para mí, por comprobar cómo es posible aportar nuevos enfoques a elementos tradicionales. Recuerdo una frase que me decía y me sigo repitiendo después de bastantes años: «Tienes que hacer lo que quieras, pero no intentes descubrir la rueda y procura hablarle a tu época sin seguir las modas». Y así sigo, intentando aprender del maestro, de quien tuve la confianza para ayudarle a construir su última obra, ‘LdP’, para cuarteto de saxofones, estrenada por Sigma Project.
Ahora que, al fin, ha descubierto qué se esconde tras ese frondoso misterio, tantas veces reflexionado (en su Concierto para violonchelo y orquesta, por ejemplo), su música sea, como él siempre quiso, la verdadera transmisora de su voz, su pensamiento y voluntad. Sirvan como sentida despedida estas palabras -también utilizadas por Luis de Pablo- de alguien agradecido por lo aprendido y lo vivido junto al maestro, con gerardiana «voluntad de flores».
Hasta siempre.
Israel López Estelche
Compositor
Martes, 12 octubre 2021
josé luis garcía
Pero, una vez más, había que vivir y, en consecuencia, no has podido ni has querido aislarte en tu estudio, y has impartido cursos y clases magistrales ―en España y tantos países de Europa y las Américas, más Japón― y has pronunciado conferencias y has escrito reflexiones y has concedido entrevistas y has recibido en casa a jóvenes compositores que demandaban orientación… a la vez que componías, componías, componías. Entre los encargos y tu necesidad de componer continuamente ―una necesidad intelectual, pero también casi física―, has sido autor prolífico, generoso, fecundo.
Tu aportación ha sido monumental. Nunca abriste la cola de pavo real, entre las características fundamentales de tu profunda inteligencia, estaba la de saber desbrozar, y conocías el campo de crear música en los siglos XX y XXI.
Adiós, maestro.
Que descanse su vida y que la memoria de su inmenso trabajo se extienda por la historia.