Olentzero joan zaigu… Olentzero se nos ha ido…

Olentzero joan zaigu… Olentzero se nos ha ido…

Así sucedió hace un año. Así se anuncia para este

Cuenta la leyenda que un día de fiesta, cuando se celebraba el solsticio de invierno y los gentiles del lugar bailaban en la pradera de Matxabaleta, en Aralar, una nube se fue acercando al lugar hasta llegar a tapar el sol. En Aralar el lugar donde se ubican los hechos relatados sigue siendo conocido con el nombre Jentillarri.

De allí parece que viene el Oletzero, pero este año tampoco llegará en persona. No será recibido con sorpresa y jolgorio, ni se montará una bonita fiesta.

Es la segunda vez en muchos años que el Olentzero no sale por el barrio en su carro o en andas. En esta ocasión la chavalería de Aiete no portará al muñeco con la cara tiznada, txapela y la pipa en la boca, como representación del viejo y simpático personaje. No habrá séquito, ni turnos para portar las parihuelas, ni bolseros, ni donativos, ni canciones de Navidad, ni txistu, ni tamboril, ni trikitixa, ni pandero.

Todas estas cosas las llevaremos en la memoria de olentzeros pasados y en nuestro corazón. El Olentzero será nuestro refugio contra una peste que va para dos años y que deseamos con todas nuetras fuerzas, haciendo acopio de infinita responsabilidad de que acabe cuanto antes, para el bien de todos; los que se vacunan y los que no, las atorrantes y las personas formales

Pero las cartas están escritas o escribiéndose -en Aiete los más jóvenes llevan semanas pensando lo que le van a pedir- y el Olentzero hará lo que pueda porque los obsequios lleguen a cada casa. El carbonero es un ser mágico. Los virus no le atacan.

5 comentarios en “Olentzero joan zaigu… Olentzero se nos ha ido…”

  1. Al gran profeta antivacunas italiano, Lorenzo Damiano, la fe negacionista se le esfumó en una cama de la UCI, con un tubo en la garganta y la certeza de haber tenido su vida pendiendo de un hilo. Un hilo que sujetaba uno de esos sanitarios a los que él se había cansado de llamar estafadores. “Seguiré la ciencia. Me vacunaré. Vacunaos todos”, dijo nada más salir del hospital a principios de diciembre uno de los líderes ‘antivax’ más radicales y activos de Italia. No hace tanto, el pasado 29 de septiembre, ese mismo hombre encabezaba la jornada ‘Cruzada del Rosario por la liberación del mundo de la tiranía sanitaria’. Aquellos eran tiempos en lo que Damiano miraba a la cámara, levantaba el dedo y anunciaba: “El covid es una gran manipulación”. Y así lo mantuvo, siempre, con vehemencia… hasta que le tocó a él. No ha sido el único ejemplo mediático de reconvertidos del covid. El médico Pasquale Maria Bacco, quien sostenía que “la vacuna contiene agua de cañerías” e iba a las plazas a manifestarse con los antivacunas, es otro de los ‘antivax’ que han dado un paso atrás. Dice que hacerlo público no ha sido fácil: “Estoy recibiendo amenazas de muerte. Entre los antivacunas hay personas peligrosas que me amenazan”, declaró el doctor, suspendido de ejercer la medicina por no vacunarse. El motivo de su radical giro, según ha declarado Bacco a los medios locales, ha sido que “he visto a un joven de 29 años al final de la vida por el covid. Por sus familiares he sabido que era un seguidor mío, compartía mis pensamientos y mis luchas. Me sentí culpable, sentí que yo tenía responsabilidad en ese asunto. Debemos dialogar. Vacunas y terapias pueden andar juntas. Hasta ahora, los ‘no vax’ creen que cada muerte es porque se han vacunado y los ‘sí vax’ creen que cada muerte es por no hacerlo. Así no va bien y la confrontación es inevitable”, ha dicho el médico converso.

  2. La obligación del uso de mascarilla por la calle es un sacrificio que merecerá la pena. Piense que, una vez dentro de la abarrotada discoteca o del restaurante sin ventilación, usted podrá deshacerse de la protección y disfrutar tranquilamente de la velada. Si, por desgracia, después de una de estas celebraciones interiores desarrolla usted síntomas del maldito bicho, es importante que se quite la mascarilla para hablar por teléfono. Con ella puesta, esos contactos estrechos –a los que tendrá que llamar porque rastreadores no hay– no entenderían bien sus palabras al explicarles la compleja situación: con síntomas de covid y sin respuesta cuando intenta comunicar con el centro de salud. Una vez avisados los contactos, vuelva usted a ponerse la mascarilla porque le toca de nuevo salir a la calle. Durante horas, y rodeado de otros muchos otros enfermos desatendidos como usted, le tocará esperar la enorme cola que da la vuelta a su centro de salud gracias al desmantelamiento de la sanidad pública y los recortes en personal sanitario. Con mascarilla o sin ella, el ciudadano debe ser toreado para que no se extinga.

  3. No diré que la Navidad es un tema principal de Federico Garcia Lorca, pero en la obra del poeta granadino hay hermosas estampas claramente navideñas. Algunos pensarán que tal sería en el primer Lorca, en el Lorca joven, pero no en el Lorca maduro. Pues lean estos versos llamados precisamente «Nacimiento de Cristo» de su Poeta en Nueva York:

    Un pastor pide teta por la nieve que ondula
    blancos perros tendidos entre linternas sordas.
    El Cristito de barro se ha partido los dedos
    en los tilos eternos de la madera rota.

    El niño llora y mira con un tres en la frente,
    San José ve en el heno tres espinas de bronce.
    Los pañales exhalan un rumor de desierto
    con cítaras sin cuerdas y degolladas voces.
    La nieve de Manhattan empuja los anuncios
    y lleva gracia pura por las falsas ojivas.
    Sacerdotes idiotas y querubes de pluma
    van detrás de Lutero por las altas esquinas.

  4. Los olores me han hecho viajar en el tiempo, me han llevado a la infancia, al primer amor, a casa de mi abuela. El olor a café desde la cama te informa de que es de día y de que estás acompañado por alguien que te quiere. Si lo acompaña con olor a tostadas recién hechas, es que ese alguien te quiere muchísimo. Pero desde hace tres semanas las tostadas se me queman, porque mi pituitaria no distingue en qué momento se están carbonizando.

    De los cinco sentidos, el del olfato es el que más me intriga. Hay quien lo tiene superdesarrollado y quien es incapaz de oler a pescado podrido en el cubo de la orgánica. El olor provoca confusiones. “Parece que huele a gas”. “No te arrimes que huele a recién pintado”. Llevamos canarios en jaulas al fondo de las minas para que huelan el grisú antes de que nos mate. Pero el olor por la mala combustión del butano en un brasero nos puede provocar una muerte dulce.

    Los olores provocan contradicciones en el lenguaje. Llamamos inodoro a uno de los lugares que más apestan. Y evocando olores que no huelen, hemos sido capaces de vender hasta compresas con poesía: “¿A qué huelen las nubes?”. “¿A qué huelen las cosas que no huelen?”. Sum sum sum sum. Aunque la primera evocación poética del olor nos la enseñó el que nos informaba de la corrupción del sistema escribiendo “Algo huele a podrido en Dinamarca”.

    Lo del olfato es difícilmente explicable. Como difícilmente explicable es la situación que vivimos. Este virus es más listo de lo que pensábamos. Sabe que el olfato nos pone en alerta, nos informa de peligros. Por eso, para generar más confusión, el virus ataca nuestro sentido más sensible.

    La pandemia ha provocado una pérdida de olfato en general. No se entiende que, dos años después, esta semana hayamos reaccionado con la misma histeria que en marzo del 2020. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué no aprendemos? ¿Por qué repetimos los mismos errores? ¿Qué hacemos en los medios de comunicación para evitarlo? ¿Ha desaparecido el olfato periodístico? Busquen titulares de esta semana para comprobarlo.

    Igual la falta de olfato general es la que nos ha llevado a la pandemia, y no al revés. Porque ¿qué fue antes, la pandemia o la pérdida de olfato? ¿Cuánto hace que nuestra nariz no afina? ¿Es la falta de olfato la que nos ha llevado a poner al límite el planeta? ¿Tan poco olfato hemos tenido para ser tan estúpidos de querer ganar más dinero a cambio de no liberar las patentes aunque eso provoque que el virus se eternice? ¿Cuánto hace que perdimos el olfato político? ¿Cómo es posible que a estas alturas no sepamos distinguir lo que huele a rancio si no hace tantos años lo teníamos bastante claro?

    Sigo sin oler nada. Acabo de entrar en casa de mi madre, y soy incapaz de distinguir el olor a la bechamel de sus canelones. Eso sí que es un drama. Por suerte, el gusto lo mantengo intacto. Qué tiempos más raros.

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