Ayer, 18 de junio, volviendo de la Umbria, el país de los etruscos, en un viaje cultural organizado por Lantxabe, nos encontramos con este titular en ‘La República’, diario italiano
El artículo lo firma Alberto Crespi
En el trabajo Alberto Crespi se destaca el éxito con ‘Il sorpasso‘. En este film Jean-Louis se revela al cine italiano y mundial. Il sorpasso (1962), es una obra maestra de Dino Risi.
Esta fue película que se proyectó el pasado 13 de mayo, la última del ciclo ‘Canto a Italia’ de Literatura y Cine. Este modelo de actividad cultural lo organiza Lola Arrieta en la Casa de Cultura de Aiete y tiene muchas personas que lo siguen
Cuando rodó la película, Jean-Louis Trintignant, no tenía ni 32 años (nació el 11 de diciembre de 1930), y representaba a un joven tímido manejado por Bruno Cortona (Vittorio Gassman).
Unos años más tarde participa en la celebrada ‘Un hombre, una mujer’ de Claude Lelouch (1966), y se impone como uno de los actores icónicos de los años 60.
Cuando Risi lo elige como coprotagonista de Il sorpasso, ya es un actor importante en Francia e Italia. Apareció junto a Brigitte Bardot en una película no bella pero trascendental, Likes to too many (1956) de Roger Vadim, y en Italia fue elegido por Valerio Zurlini para un papel en Violent Summer (1959). Algunas de sus mejores películas están rodadas en Italia, en un momento en el que se produce mucha coproducción en el eje Roma-París.
En la Casa de Cultura, dentro de los ciclos nombrados, pudimos ver Il conformista, de Bernardo Bertolucci
A propósito de esta labor, L. Ochoa, 16 diciembre 2009, escribía en el Diario Vasco ‘El ciclo cultural promovido por la asociación Lantxabe cierra mañana y el viernes el trimestre dedicado al cine y literatura italiano. Mañana la tertulia literaria girará en torno a la obra ‘El conformista‘ de Alberto Moravia y el viernes se proyectará la película del mismo título dirigida por Bertolucci. La cita será ambos días a las 19.00 horas en el Topaleku de los jardines del Palacio de Aiete’.
En su Francia natal, Trintignant era un actor principal, capaz de satisfacer tanto a los veteranos del cine clásico como a sus pares de la Nueva Ola. Colabora con Eric Rohmer y François Truffaut, y también con otros sólidos profesionales como Yves Boisset, Pierre Granier-Deferre, Michel Deville, Claude Berri, e incluso rueda un par de películas con Alain Robbe-Grillet, el escritor teórico de la nueva Roma.
El 8 de marzo de 2013 se proyectaba en el centro cultural, de la mano de Lantxabe, la espléndida Z – La orgía del poder de Costa-Gavras, donde interpreta al juez instructor que investiga el asesinato del militante de izquierda griego Grigoris Lambrakis.
Es un panel de «familia»: tres de sus tíos habían sido pilotos profesionales, y uno -Maurice Trintignant, 1917-2005- fue un auténtico campeón, el primer francés en ganar un Gran Premio de Fórmula 1 (Montecarlo, en 1955, al volante de un Ferrari). Jean-Louis procede de una familia rica e ilustre, aunque no exenta de contradicciones: su padre Raoul era un político y héroe de la Resistencia, su madre Claire había caído en desgracia tras una aventura con un oficial alemán en la Francia ocupada. Incluso más tarde su vida no siempre es feliz: en 1973 su esposa Nadine lo deja después de haber descubierto su historia con Romy Schneider, en 2003 su hija Marie muere trágicamente por los golpes recibidos por su pareja Bertrand Cantat, el cantante de Noir Désir. Otra hija de Jean-Louis y Nadine, Pauline, murió a los diez meses de asfixia mientras dormía. Tristes historias de las que Trintignant nunca se recuperó del todo.
Tras la muerte de su hija, Trintignant se cierra en una dolorosa reserva, pero inesperadamente regresa al cine en una magnífica película, Amour del austriaco Michael Haneke (2012): junto a otra veterana, Emmanuelle Riva, da a luz a una tierna pareja de cónyuges ancianos cuya vida se ve devastada por su demencia senil.
En definitiva, un gran actor, capaz de sobresalir en un cine francés donde hubo estrellas como Delon, Belmondo o el viejo Gabin. Gracias a un talento nunca ostentoso: Trintignant parecía un americano, de la escuela de Robert Mitchum o Spencer Tracy, esos actores que nunca hacen muecas y actúan sin que nadie se dé cuenta de que están actuando.
De todos ellos, y con más intensidad de Jean-Louis, hemos tenido la oportunidad de disfrutar en Aiete gracias a la programación de Lola Arrieta en sus encuentros con la literatura y cine