[Muchos barrios de Donosti y, en concreto, Aiete, con sus particularidades, se pueden ver reflejados en él]
Quisiera ser alcalde, Donostiyakua
Daría yo a los pobres pattarra nahikua…
Un texto básico para la ciudadanía donostiarra
Jueves, 25 agosto 2022, 07:25
[Las fotos corresponden a algunas de las dianas en las fiestas de Aiete, que protagonizaron la banda de txistularis de San Sebastián dirigida por ‘Piter’ Ansorena a lo largo todos los años, desde el 2005. Las dianas sin foto siguen, en general, el criterio de saltar un año entre dos. En esta ocasión se les espera a la misma hora, 10,30; en el mismo sitio, la Parroquia; el domingo, siempre en domingo, 18 de septiembre]
Eusebio Mugerza (1874-1955), Mendaro Txirristaka fue el autor de estos famosos versos «Quisiera ser alcalde, Donostiyakua, Daría yo a los pobres pattarra nahikua…» a comienzos del siglo XX. Solía colocarse en los alrededores del mercado de la Brecha vendiendo bertsopaperak y conseguía buena caja.
No creo que ahora eligiera el mismo punto de venta. La Brecha está en obras, en lamentable estado, desde tiempos inmemoriales. En el mundo se han renovado mercados por doquier, manteniendo su función primordial y con buen criterio. Aquí, sin embargo, se consiguió destrozar dos edificios ejemplares y transformar sus valores estéticos y patrimoniales en basura. Una buena forma de tirar el dinero público. Alguien sacaría partido.
En la nueva construcción que algún día se abra en el edificio de Pescadería, se le dejará un cierto espacio al mercado. Y dicen que también lo habrá para diversos equipamientos públicos (¡personas de poca fe!), pero sobrarán unos mil metros cuadrados. Adivinanza: ¿a qué quieren dedicarlos nuestros jerarcas? ¿Para ubicar unos servicios higiénicos públicos de calidad? ¿Para crear un gran espacio cubierto donde los ciudadanos puedan juntarse al abrigo del mal tiempo y sirva de refugio climático en los calentones que están por venir? ¿Para biblioteca, aparcamiento de bicicletas…? Solución: para actividades hosteleras. Éramos pocos y parió la abuela.
Lo de la Brecha es solo una de las numerosas calamidades que sufrimos en nuestro barrio. Ya han pasado treinta años desde que el ayuntamiento donostiarra, con gran esfuerzo de la ciudadanía, hubo de admitir que la Parte Vieja estaba saturada de tabernas. Era evidente. A partir de entonces ¿qué actividad han desarrollado nuestros dirigentes para mejorar la situación? Desoyendo las continuas aportaciones de las asociaciones vecinales, aprobar ordenanzas engañosas (que permiten aumentar la saturación con cabriolas en las denominaciones de licencias, la invasión de las calles por estos establecimientos y su clientela, ampliar sus horarios, no ejercer casi control sobre ellos…). En todos los sentidos, medidas contrarias a lo que se necesitaba. El zorro guardián del gallinero.
Ahora hay saturación de hoteles, pensiones y similares, y de turistas. Nuestro Alcalde ha manifestado, dicen, que hay que ponerle coto. Si sigue el mismo camino, llegará a la misma meta. A la saturación saturada. Para curar este grave problema de salud social, de momento, ha propuesto una tirita: que acaso pudiera ser que conviniera comenzar a pensar, con sosiego y profundidad, si quizá habría de estudiarse la aplicación de la tasa turística, para 2050 o así. Rápidamente le han saltado sus socios de gobierno y de Jaurlaritza. Eneko, no es el momento, nada de tonterías. ¡Comunista!
Le dicen que es tiempo de ayudar al turismo. Siempre es bueno ayudar. Pero ¿en qué consiste? A menudo en corregir a quien van por un camino equivocado y hacerle ver el apropiado. Los especialistas de todo el mundo no paran de reflexionar sobre qué tipo de turismo tiene futuro en la situación ecológica y social tan calamitosa en que nos encontramos. Realizan congresos y publican sesudos libros proponiendo nuevas formas de trabajar en el sector. Pero el modelo que aquí se está siguiendo se corresponde con el del antiguo ministro de Información y Turismo del franquismo, Manuel Fraga Iribarne. Lo rechazan todos los entendidos, por deleznable. Se ha comprobado lo dañino que es en las costas de España y en otros muchos lugares del mundo. Es cierto, produce grandes beneficios a los insaciables. Pero es altamente perjudicial para el medio ambiente y para la calidad de vida de los ciudadanos.
En esa línea, en San Sebastián, la Asociación de Hostelería parece que está preparando nuevas peticiones: más terrazas, de mayor tamaño, con horarios más amplios, y con autorización para poner música y televisiones… ¡Es la guerra! ¡Más madera! Está claro quién manda.
Hace ahora tres años nuestro barrio fue declarado Conjunto monumental por el Gobierno Vasco. Los vecinos no hemos percibido ninguna mejora por ello. Tan solo que la saturación saturada en que vivíamos se ha saturado aún más. Y el abandono también ha crecido. Un solo ejemplo: los soportales del edificio monumental del antiguo ayuntamiento son diariamente el almacén de bebidas del reparto tabernario. Monumento al desastre en los bajos del monumento. A nadie parece darle vergüenza.
A los vecinos nos han prohibido tomar el sol en la rampla del muelle. Bajar las escaleras del Náutico para bañarse sin botas de buzo tiene grave peligro. Nos lo recuerdan por la vía de los hechos: sois hormiguitas. Pero ¡cuidadín con las hormiguitas! Ni con vinagre desaparecemos.
Nuestra ciudad no era la quinta maravilla del mundo, aunque algunos donoxtiarras se empeñan en que sí. Pero era una población moñoña. Cada día más, sobre todo en algunas zonas como nuestro barrio, está tocando la cima de la ordinariez y lo cutre.
Como en el Everest.
Lo que está pasando en Donostia no está pasando ni en Bilbao ni en Gasteiz. Y eso que las tres capitales están gobernadas por las mismas siglas. Aquí se ha optado por vender la ciudad marginando a los donostiarras en la toma de decisiones. Este consistorio está convirtiendo la ciudad más agradable del mundo en un mero escaparate por no decir en un negocio abierto a todos los peores especuladores. Por favor, reflexionen y déjenos vivir. No nos conviertan en meros espectadores de un parque temático en el que están convirtiendo la ciudad.
Veinte años esperando la llegada de un tren de alta velocidad que nunca llega. Como medida paliativa, una estación de autobuses tercermundista. Diez años soportando los descalabros de un Metro categóricamente superfluo para una ciudad de nuestro tamaño. Conectada a él, esta ‘reordenación viaria’ digna de Monty Phyton
El donostiarra –beti pozez, beti alai– parece haberse rendido a vivir esta ciudad machacada por PNV-PSOE
¿Qué dice el Teorema de Borel?. Si encierras un número infinito de simios en una habitación, tecleando infinitamente una máquina de escribir, en un momento dado, alguno escribirá ‘La Eneida’.