Jueves 3, un emocionante encuentro literario con Bruno y Lola

Lola Arrieta, en los ciclos de Literatura y Cine, nos tiene acostumbrados a la deconstrucción de la novela objeto de la tertulia, a la disección de la vida y obra del autor o autora, así como de la época que le tocó vivir.

Esta división en partes sucedió también con ‘El sueño de Bruno’ y con la propia Iris Murdoch. Lola disecciona cada personaje de la novela objeto de lectura y profundiza en sus pensamientos

El pasado jueves, fruto de este modo de conducir sus tertulias, se produjo una gran conmoción entre las lectoras de ‘El sueño de Bruno’, en la relectura de las reflexiones del anciano Bruno, páginas finales de la novela

La conductora sintetizaba el texto en la enfermedad de Bruno, la recapitulación de su vida, el encuentro con su hijo y, finalmente, su muerte.

Si Bruno tiene en su biblioteca y como ‘actividad lúdica‘ las arañas, cual arácnido ata a todos los personajes en la telaraña narrativa de la vida y muerte de Bruno.

La distribución de agentes en la novela es tan simétrica que resulta inverosímil. En este punto Lola cita a Aristóteles. Mientras “verdad” es un término objetivo, “verosímil” es un término subjetivo, asociado a la poética o a la creatividad. [ver el video, ella explica esta idea en un mn]

Esta inverosímil geometría puede no ser verdad pero funciona a la perfección en la envolvente de la novela: A los tres hombres principales (Bruno, Miles y Danby), les corresponde una mujer que ha muerto (Janie, la esposa de Bruno; Parvati, la esposa de Miles y Gwen, la esposa de Danby). Las otras tres mujeres vivas (Adelaide, Diana y Lisa) se sortearán entre los tres. Los comodines son Nigel, quien se sugiere es homosexual, y Will Boase. Al final de la novela todos, a excepción de Nigel, acaban entablando relaciones amorosas distintas de las que tenían al inicio.

Lola se acercó a las interpretaciones más simbólicas, oníricas o metafóricas de la novela, hizo referencia al título de la obra [Bruno y sueño, bruno es oscuro; sueño es onírico, y citó el primer verso del poema de Miguel Hernández ‘Umbrío por la pena, casi bruno’]; se centró en la propuesta de la filosofía moral de Iris Murdoch, “La idea de perfección”, ’La soberanía del bien’, textos escritos en el mismo tiempo en el que trazaba la novela

En su exposición Lola destaca el climax que consigue Iris Murdoch en la descripción del desbordamiento del Támesis y la inundación de la casa Odell. Una maravilla literaria además de asentar funciones simbólicas de esta tragedia.

Es conocido que Lola haga un comentario sobre el narrador, en esta novela en en ‘tercera persona’, pero novelado por cada personaje, lo que permite a Iris dar cuenta de cada perspectiva a partir de los monólogos internos o diálogos que abundan en la historia.

Otro asunto de la novela es la colección de sellos heredada de su padre; Bruno nunca sacó provecho de su valor

La había reservado para un día lluvioso, y ahora su vida estaba acabándose y no había días lluviosos. Podría haber dado la vuelta al mundo. O comprado grandes obras de arte y gozado de ellas. Podría haber comido ostras y caviar todos los días” leía la ponente en la palpitante velada

Lectura de la descripción, estado físico, de Bruno

Sobrecoge la enfermedad de Bruno; se ha desfigurado completamente y no puede evitar sentirse acomplejado por la forma en que los demás lo ven, con una mezcla de asco y conmiseración. [Ver el video]. Su imagen de sí mismo y la narrativa de su estado dependen de sus sensaciones corporales, sus estados mentales parcialmente lúcidos, y la percepción y reacciones de los otros ante su estado mental y físico. Su percepción personal está, por tanto, fracturada en su totalidad, pues sólo alcanza a advertir pedazos de su cuerpo —sus manos manchadas y sus piernas inmóviles— y los datos de su conciencia, los cuales no coinciden con su rápido envejecimiento.

Titonio inmortal que envejece

Y cuando Lola nos hace encontrar a un Bruno no en el mundo real sino en el de su conciencia, la sala descubre que ese es el enigma que flotaba en la lectura de la novela, especialmente de su final. La mayoría de las asistentes están en esa una edad en la que la lucidez está más en el cerebro que en las piernas. Muchos de nosotros, como le pasa a Bruno, hemos perdido a personas muy importantes; él a su madre, su mujer, su amante y su hija y reflexiona “existen ahora con más intensidad, de modo más real, allí en su mente que en el mundo”.

Pararnos para reexaminar nuestra vida periódicamente

Bruno, dentro de ese cuerpo destruido, encuentra consuelo en recordar los momentos felices de su pasado, su infancia y sus primeros años de matrimonio; en suma, regresa al sueño para no enfrentar su vida actual.

La última imagen que la conductora del encuentro proyectó en la pantalla fue la del ‘Viejo pescador’ de Picasso. El cuadro le recordaba a Bruno

El viejo pescador (1895) Pablo Picasso; Museu de Montserrat
Esta es una obra de juventud de Picasso, cuando solamente contaba con 14 años. El cuadro retrata un viejo pescador, con una camisa ajada por tantas navegaciones. Abstraído, con la mirada perdida, tal vez recordando hazañas pretéritas, recuerdos de olas, de tantas pescas propicias y de la sensación de vacío que le anudaba la garganta cuando regresaba al puerto con las manos vacías. También podemos ver la huella de los elementos en su cuerpo. La piel broncínea, curtida por el sol, más quemada en las partes prominentes de la cara, como la nariz y la frente. Las arrugas, marcadas, que nos dejan adivinar una piel engrosada.

El clímax narrativo lo encontramos pues al final de la novela, y con él la emoción colectiva que rompió en un compacto aplauso.

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