En la entrada del pasado 14 de enero, al pie de la foto ‘del rincón elegido por lechuzas y búhos para depositar sus excrementos’; añadíamos el comentario de que ‘Los expertos conocen el tamaño de las deposiciones de los búhos’, como prueba de que los búhos habían estado ahí; pero los que detectan su presencia no son los excrementos, como se insinúa, sino las egagrópilas
Nos escribe Iñaki Jarauta, conocido por todos nosotros, por ser el guía que nos ha acompañado en las visitas a las cajas-nido y refugios tanto para aves como para mamíferos, en el Bosque de Miramon que el mismo ha colocado [Parapajaros.com]
La acción de Iñaki Jarauta en el Bosque de Miramón | Aiete – Lantxabe – Katxola – Ayete
Y nos dice
‘Lo que habéis observado en Katxola son egagrópilas de búho o de lechuza’.
Las egagrópilas son bolas formadas por restos de alimentos no digeridos que regurgitan algunas aves carnívoras. Entiéndase por regurgitar al acto de expulsar por la boca, sin el esfuerzo ni las sacudidas por vómitos, algunos contenidos sólidos o líquidos del tubo digestivo. El contenido de cada egagrópila así expulsada depende de la dieta del ave, pero normalmente contienen huesos, piel, pelambre, exoesqueletos de insectos, materia vegetal indigerible por exceso de celulosa, plumas, uñas y dientes, que las aves no pueden digerir.
Son muy útiles en ornitología para saber el tipo de alimentación que estas llevan y en ecología para conocer las relaciones de predación. Suelen ser muy normales entre búhos, lechuzas, buitres y otras rapaces.
Las encontradas en Katxola son de lechuza: redondeadas, oscuras y tienen un cierto brillo en la superficie. Las del cárabo común son menos compactas y más grisáceas.
El acto regurgitatorio es impulsado por contracción de la musculatura de la molleja. La formación y regurgitación de las egagrópilas permite al pájaro remover material indigerible que en caso contrario taparía su estómago