Del teatro Miramón a Katxola, una alegórica sokadantza

En el corazón verde de la ciudad, el sábado 14 por la tarde, la sokadantza “Mindegien Kantaldia” de Thierry Biscary, desplegaba su vuelo desde un entusiasmado teatro hasta el imperecedero caserío Katxola

En el escenario circular de Miramón, que respira el aire del bosque, del frontón, del caserío, ante un público entregado, como colofón, tras un creativo y popular concierto, [programa más abajo]

un centenar de dantzaris rodearon el círculo periférico de la gradería con sus manos entrelazadas; se movían como las olas, como ramas ondeadas por el viento; es la representación una masa coral que vuela mientras baila. Las manos se van elevando y cruzando, la dantza forma un círculo, y el vuelo colectivo se convierte en un único movimiento

Es la danza social que a lo largo de la historia más se ha bailado en Euskal Herria (la «danza de cuerda«). Las dantzaris andan despacio en sentido contrario a las agujas del reloj, sin detener el movimiento y suben en espiral desde el escenario del teatro hasta Katxola, como un hilo de vida, presente y futuro, que une teatro y caserío

El cordal transmite una alegría serena. Es el entretenimiento propio de una vida en calma, temperante y tranquila.

El escenario circular del teatro Miramón, hemiciclo con capacidad para más de 3.000 almas, se convierte en un pedestal donde los dantzaris , en perfecta sincronía, trazan un círculo exterior. La dantza parece una representación del asambleario crómlech, un diálogo entre la modernidad y lo arcaico, un símbolo de la permanencia cultural milenaria, un reto en la recuperación de la cultura material de la sidra en Euskal Herria que representa el caserío sidrero de Katxola.

En el centro de todo, la voz de Thierry, director y alma de la agrupación coral, rompe el silencio con un canto que es exhortación y grito a la vez.

«Hegan egiten dugu lur honen gainean,
besoak zabalik, zuhaitzen moduan,
haizeak ekarriko gaitu berriro elkarrekin,
mendien artean, dantzatzen betiko.
Katea ez da hautsi,
denok batera egiten dugu bide.»

(«Volamos sobre esta tierra,
con los brazos abiertos, como los árboles,
el viento nos traerá de nuevo juntos,
bailando entre las montañas, por siempre.
La cadena no se rompe,
todos juntos hacemos el camino.»)

El círculo se expande, el vuelo continúa, y los dantzaris se desplazan hacia el caserío Katxola, uniendo en su abrazo el mundo del arte y la tradición. El caserío, con su bosque manzanal

y su legado sidrero, es la cuna de generaciones que han vivido de lo que la tierra ofrece. Este lugar, tan simbólico para Donostia, entrelaza el moderno teatro de hormigón de Miramón -nuestro Epidauro- y Katxola, dos polos que representan lo moderno y lo ancestral, lo cultural y lo natural (al lado el frontón dedicado al gran Miguel Gallastegi).

La sokadantza es el lazo que une piedra y árbol, un abrazo que comienza en Miramón y termina en Katxola. El grupo de Thierry teje la historia viva de este rincón donostiarra. Con este círculo de cien dantzaris sobre el escenario del teatro, es inevitable recordar a los crómlech, esas misteriosas piedras circulares que marcan los paisajes del País Vasco. Tal como los dantzaris, las piedras antiguas se entrelazan formando un círculo, crean una conexión con lo eterno.

Thierry ensaya la txalaparta de Katxola con un joven aprendiz

Los crómlech son excusa y recurso tanto para Oteiza como para Ibarrola. En Oteiza el vacío era tan importante como la forma; en la sokadantza, el espacio entre los bailarines es tan significativo como el propio movimiento. En Ibarrola, el crómlech es la representación de la asamblea de trabajadores a la que dedica numerosas pinturas de su primera época.

En este escenario, los cien dantzaris no solo bailan, vuelan. Y en su vuelo, evocan la memoria de un pueblo que, como los cromlechs, se mantiene firme, pero siempre en movimiento. La sokadantza es un recordatorio de que somos tierra, aire y canto; de que nuestros pasos siguen trazando círculos de vida…

Y así, la espiral se cerraba en el caserío, con trikititixa, (Izaskun y Uxue Ezeiza)

sidra, tortilla, bertsos y

danza viva hasta que se hizo de noche

Por una programación cultural proactiva en el teatro de Miramón – Aieteko Bizilagunen Elkartea

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