Esta noche volvían de repartir regalos e ilusiones por los rincones del barrio, estaban cansados, pero al abrir la puerta del baserri, un murmullo de voces desconocidas les detuvo. En el interior, una familia había ocupado el lugar; pertenece a una generación a la que resulta imposible encontrar una vivienda que puedan pagar
El Olentzero, símbolo de generosidad y justicia, sintió una punzada, unos extraños invadían su necesidad de descanso, se enfadó, se resistió; pero no era una invasión, sino un grito ante la falta de vivienda que asola a tantas personas. Mientras la sociedad celebra y consume, hay quienes luchan por algo tan básico como un techo.
Esta madrugada, en el caserío, Mari Domingi, entendió la situación de inmediato. Le dijo al Olentzero que no se disgustara, el caserío es grande, se les puede ceder el rincón que pide la familia, mientras buscan una solución más duradera.
En Katxola también se ha vivido la magia de la Navidad, no sólo es el templo de la sidra, centro de fiestas y cultura material, es también un símbolo de solidaridad
Ayer Mari Domigi y Olentzero, nos dieron la mano para luchar contra la la injusticia “solo compartiendo podemos construir un hogar para todos”.