Elon Musk y Donald Trump: la siniestra pareja

Elon Musk emergen del ataúd que contiene un cadáver que representa una ideología decadente (¿el futuro si no se remedia?) El texto en francés «Elon Musk: l’extrême droite du futur!» se puede traducir como “la extrema derecha del futuro”.

Al otro lado de la caricatura vemos una parodia de la pintura American Gothic; el dibujante, en este caso, sustituye el original por Donald Trump acompañado por una escéptica figura femenina. El texto arriba dice: «And they lived happily ever after» («Y vivieron felices para siempre»).

Es la ilustración sobre la política conservadora de esta pareja de visionarios y la percepción de una realidad distorsionada y nostálgica que se traslada a sus seguidores ultrafascistas.

Sobre Charlie Hebdo
Charlie Hebdo es un semanario satírico francés conocido por su enfoque provocador y sus viñetas que critican tanto a figuras públicas como a instituciones religiosas y políticas. Fundado en 1970, su estilo irreverente y directo aborda temas como la política, la religión y el poder.
Hace unos día recordamos el 10 aniversario del terrible atentado en su sede en París, el 7 de enero de 2015, cuando extremistas islámicos atacaron sus oficinas, dejando 12 muertos. Este ataque fue una sangrienta represalia por las caricaturas publicadas sobre Mahoma

Charlie Hebdo continúa publicándose manteniéndose fiel a su estilo

Vida eterna a Charlie Hebdo

1 comentario en “Elon Musk y Donald Trump: la siniestra pareja”

  1. Acaban de cumplirse diez años de la masacre de Charlie Hebdo, que causó 12 muertos y cuatro heridos graves. Para contextualizar el atentado debemos tener en cuenta la situación sociorreligiosa en Francia y la pujanza de las versiones más violentas del islam, la historia de la caricatura y la blasfemia, así como los avatares de esta revista fundada en 1970, vinculada al radicalismo de izquierdas y al laicismo, pero la versión breve arranca con el asesinato del cineasta Theo Van Gogh en Ámsterdam en 2004 a manos de un islamista fanático.

    Un tiempo después, ante las denuncias por la autocensura frente a la religión musulmana, el periódico danés Jyllands-Posten realizó un llamamiento para recibir y publicar caricaturas de Mahoma. Inicialmente los dibujos no generaron ninguna reacción pero con el tiempo ―y propaganda, porque se falsificó un dossier para generar indignación— desencadenaron protestas en varios países. En Francia, el diario France-Soir publicó las caricaturas; su director fue despedido. En solidaridad, Charlie Hebdo reprodujo ilustraciones y añadió otras, lo que provocó las demandas de la Gran mezquita de París, la Unión de las Organizaciones Islámicas de Francia y la Liga Islámica Mundial por ofender la dignidad de los creyentes. Pedían una ley de blasfemia. El juicio se celebró en 2007; la publicación fue absuelta. La redacción sufrió un atentado en 2011; cuatro años después se produjo la masacre. El juicio contra los asesinos y sus cómplices fue en 2020.

    La conmoción por los asesinatos puede eclipsar un debate importante sobre la libertad de expresión y la sátira, y sobre la alianza de una categoría tan antigua como la blasfemia y la superstición contemporánea del derecho a no sentirse ofendido. La causa de la libertad tiene un defensor sólido y valiente en Richard Malka (1968), abogado, guionista y novelista, que representa al semanario. Elogio de la irreverencia recoge su alegato en el juicio de 2007; también incluye el de Georges Kiejman (1932-2023), que representó a personalidades como Ionesco, Truffaut o Costa-Gavras, y fue ministro delegado en el segundo gobierno de Mitterrand.

    Los abogados muestran que otras religiones han recibido más ataques en la revista, sostienen que la portada (con un Mahoma que lamenta lo duro que es ser amado por imbéciles) critica a los islamistas y no a los musulmanes o la religión. Repasan otros casos y refutan los argumentos de los demandantes: explican que lo que llaman islamofobia en Francia se castiga como blasfemia en otros países, que la revista no actúa “por dinero”, que otras publicaciones no afrontaron las mismas consecuencias. Y señalan que defender el derecho de publicar caricaturas no significa aprobar su contenido.

    Malka dice a los demandantes que pretenden restablecer la prohibición de la crítica a la religión “sin que nos demos cuenta”. Charlie Hebdo, argumenta, no tendría razón de ser si no hubiera publicado esas caricaturas; al pretender prohibir las burlas únicamente a su religión y apelar a la “islamofobia”, con sus connotaciones racistas, los denunciantes exigen un trato distinto al de los demás. Malka y Kiejman también señalan que quienes más sufren la intolerancia islamista son personas de origen musulmán. Glosan a pensadores musulmanes que defienden la libertad crítica, y a los que ignoran políticos e intelectuales occidentales de derecha e izquierda cuando recomiendan no herir la sensibilidad de los intolerantes: de Segolène Royal a Jacques Chirac, pasando por Emmanuel Todd y Virginie Despentes, el panorama abunda en actuaciones deshonrosas. “Lo que está en juego no es solo la libertad de Charlie Hebdo, sino la libertad de prensa, de los artistas, de los creadores, de los intelectuales, en Francia, en Europa y en el mundo entero”, dice Philippe Val, director de la revista.

    … “La libertad de palabra se ha convertido en su objetivo porque es el arma más peligrosa contra su fanatismo”, sostiene. “Cuanto más se sacralizan las creencias menos se respeta a los hombres”; el pasado sirve a los intereses del presente, y “una parte de nuestra élite se empeña en hacer a las víctimas del terror responsables de lo que les ha sucedido”, apunta Malka.

    Cita una reflexión de Thomas Mann: “En todo humanismo hay un elemento de debilidad que viene de su repugnancia por todo fanatismo, de su tolerancia y su inclinación hacia un escepticismo indulgente, de su bondad natural. Eso, en ciertas circunstancias, puede ser fatal. De ahí que necesitemos un humanismo militante, convencido de que el principio de la libertad, de la tolerancia y del libre examen no tiene derecho a dejarse explotar por el fanatismo desvergonzado de sus enemigos”. Por eso necesitamos la irreverencia admirable y estridente de Charlie Hebdo.

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