
Según la enmienda acordada por EH Bildu y PSOE -Junio de 2022- estamos ante la prometida entrega de La Cumbre a San Sebastián, con la finalidad de que sirva para «actividades acordes con la recuperación, salvaguarda y difusión de la memoria democrática».

La apertura y uso público de los jardines de La Cumbre es una demanda histórica que ha sido impulsada, entre otros, por la Asociación de Vecinos de Aiete (Lantxabe). Este un espacio con un alto valor paisajístico y cultural. La posibilidad de habilitar estos jardines para el disfrute ciudadano supone un paso significativo en la recuperación de un área que ha permanecido cerrada al público durante demasiado tiempo y que debería seguir el ejemplo de los jardines del Palacio de Aiete.

Se trata de la casa de campo más antigua de la ciudad, superviviente de aquellas primeras villas que no han sido destruidas por la maza, con un edificio magnífico, de singular arquitectura y un jardín de más de 17.000 m2, protegida desde 2003 por la incoación de expediente como Bien de Interés Cultural.
Situada en uno de los altozanos de la ciudad, con una maravillosa vista panorámica, se supone, porque está oculta tras altos muros entre los paseos Duque de Baena, de Aiete y de la Fe, cuya historia es conocida por el siniestro recuerdo ligado al Ministerio de Jornada, durante la dictadura de Franco, y por el secuestro y tortura de Lasa y Zabala en 1983.

Esos trágicos vestigios parecen haber atrapado al Gobierno Central que se niega a cumplir el acuerdo para devolver la Villa y abrir sus jardines a la ciudadanía donostiarra
La Villa de La Cumbre es hoy una residencia desolada, con olor a cerrado, dando vida a un lúgubre tiempo que se niega a desaparecer
Hoy parece ser vivienda de funcionarios que no quieren habitarla, así las cosas la Villa permanece en un letargo turbador, anclada en un modelo primitivo de ocupación y uso que sorprende a la ciudadanía, y contribuyen a la desconfianza sobre su futuro.
El muro que la rodea refuerza la sensación de aislamiento y clandestinidad. Más que un simple perímetro de seguridad, es un símbolo de exclusión y ocultamiento. La villa no solo está cerrada al acceso físico, sino también a la esperanza sobre su futuro como lugar de tranquilidad como lo son los jardines y el palacio de Aiete. Esa muralla, alta y sin fisuras, es una horrible cicatriz en el paisaje de Donostia, un recordatorio de tiempos donde el poder se ejercía desde la sombra y se escondía tras piedra y cemento.
A día de hoy, La Cumbre de San Sebastián sigue siendo una anomalía, un anacronismo en una sociedad que aspira a la claridad y la justicia. En una era de información y derechos ciudadanos, la persistencia de un enclave hermético como este es una afrenta al progreso. El abandono, en su más amplia acepción, es su destino final: abandono de su posible utilidad y abandono del deber de rendir cuentas a la ciudadanía. Mientras tanto, sus muros continúan en pie, resguardando un pasado incómodo, esperando quizás, que el tiempo, implacable, haga su trabajo y termine destruyendo la posible recuperación de Villa y Jardines
La apertura de los jardines de La Cumbre se plantea dentro de un proyecto más amplio de recuperación y valoración del lugar. Esta estrategia permitiría una implementación escalonada, en la que el primer objetivo sería la adaptación del espacio ajardinado para que pueda ser utilizado por los ciudadanos de forma segura y cómoda. Para ello, se requerirían intervenciones iniciales como la limpieza y restauración del terreno, la instalación de senderos accesibles y la colocación de mobiliario urbano adecuado para el esparcimiento.
El acondicionamiento del espacio también incluiría labores de jardinería para garantizar la preservación del valor paisajístico del lugar. La creación de áreas de descanso y contemplación serían algunas de las medidas necesarias para fomentar su uso y disfrute. Asimismo, la instalación de una señalización clara y la incorporación de elementos informativos sobre la historia del espacio contribuirían a enriquecer la experiencia de los visitantes.
En ese proyecto está su integración como espacio para la memoria democrática. La recuperación de los jardines y Villa de La Cumbre tendrían un impacto recreativo, ambiental, simbólico y cultural.
Los vecinos de Aiete buscan una solución para La Cumbre – Aieteko Bizilagunen Elkartea
La apertura de los jardines de La Cumbre traería consigo múltiples beneficios para la ciudad. Se ganaría un nuevo espacio verde, en un marco incomparable accesible para la vecindad donostiarra

